Ha pasado más de una semana desde que dos enormes incendios obligaron a decenas de miles de personas a huir de sus hogares en el área de Los Ángeles, y las autoridades dijeron el jueves que los residentes no volverán a casa pronto. Mientras continúa la búsqueda de restos humanos en los vecindarios arrasados, las propiedades también enfrentan nuevos peligros, ya que hay laderas quemadas que presentan riesgo de deslizamientos y escombros carbonizados cargados de asbesto y otras toxinas.

Más de 80 mil personas siguen bajo órdenes de evacuación, y muchas no saben qué queda de sus casas, apartamentos y posesiones, si es que aún hay algo. Decenas de personas se han reunido en puntos de control para suplicarle a la policía y a los soldados que restringen el acceso a sus vecindarios que los dejen ingresar.

Los funcionarios dijeron que entienden su frustración, pero pidieron paciencia a los residentes mientras equipos especializados en el manejo de materiales peligrosos y perros rastreadores de cadáveres revisan los sitios manzana por manzana. Indicaron que se requerirá una semana o más antes de que la gente pueda regresar.

“Las propiedades han sido dañadas más allá de lo creíble”, dijo el director de Obras Públicas del condado Los Ángeles, Mark Pestrella, en una sesión informativa. “Están llenas de sedimentos, escombros, limo y materiales peligrosos”.

Las laderas se han vuelto inestables detrás de algunas casas dañadas, y un pequeño deslizamiento de tierra en el vecindario Pacific Palisades esta semana arrojó escombros a las calles, agregó.

Mientras los bomberos aún combaten los dos incendios más grandes, que han dejado 27 muertos y más de 12 mil estructuras destruidas, miles de familias desconsoladas y propietarios de negocios arrasados comienzan a contemplar otra tarea monumental: reconstruir lo perdido.

La magnitud de las labores será enorme, ya que el área quemada por los incendios es de tres veces el tamaño de Manhattan. Es uno de los desastres naturales más destructivos en la historia del sur de California.

En reconocimiento de los riesgos para la salud en las áreas quemadas, el condado prohibió el jueves efectuar cualquier limpieza o remoción de escombros de incendios hasta que funcionarios gubernamentales completen una inspección de materiales peligrosos.

La ciudad también está trabajando para asegurar que el sistema de drenaje pluvial de la región no se obstruya cuando comience a llover de nuevo en las próximas semanas. La lluvia también genera el riesgo de que haya deslizamientos de lodo.

Los incendios ocurrieron en un momento difícil, en el que la ciudad está inmersa en una transición posterior a la pandemia de Covid-19 que ha reordenado la vida laboral y dejado muchos edificios del centro con altas tasas de desocupación.

Además, se están planificando los Juegos Olímpicos de 2028, y la región enfrenta la que podría ser la peor crisis de personas sin hogar de la nación, que había sido la prioridad de la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, antes de que los incendios se desataran la semana pasada.

El gobierno aún no ha dado a conocer estimaciones de daños, pero empresas privadas prevén que asciendan a decenas de miles de millones de dólares. Podría convertirse en el desastre causado por el fuego más costoso en la historia de Estados Unidos.

Alex Rosewood y casi toda su familia en Altadena, al noreste de Los Ángeles, perdieron sus hogares: su padre —con quien ella y su esposo vivían—, y su tía, tío y primo en la casa de al lado.

Se perdieron los recuerdos de toda una vida: el juego de naipes de la abuela Rosewood y su colcha inacabada. Las fotos de su boda. Los recuerdos de su abuelo, quien estuvo en la Armada. Todas son cosas que deseaba haber podido salvar en su frenética huida, mientras el humo tornaba el cielo gris y la casa de su primo comenzaba a arder.

Pero Altadena sigue siendo su hogar.

“Todos pensamos reconstruir, seguro”, afirmó.

Habrá también preguntas inevitables sobre si es sensato seguir reconstruyendo en zonas que se sabe que son de alto riesgo, especialmente en una era de cambio climático.

¿Cómo serán los nuevos vecindarios? ¿Se utilizarán materiales y diseños resistentes al fuego? ¿Se necesitan más caminos, y más anchos, para permitir evacuaciones más rápidas y un acceso más fácil para los camiones de bomberos durante futuros incendios?

“Va a pasar un tiempo antes de que podamos entrar ahí y construir algo”, observó Michael Hricak, profesor adjunto de arquitectura en la Universidad del Sur de California, refiriéndose a los peligrosos productos químicos y a los escombros que dejó el fuego.

En cuanto a nuevas construcciones, “no se trata de ser más fuerte que la madre naturaleza. Se trata de ser un tanto respetuoso de la madre naturaleza y conocer cuáles son los retos”.

”¿Estamos simplemente propiciando otro problema para el futuro?”, cuestionó Hricak.

La comunidad de Paradise en el norte de California —donde el incendio más letal en el estado dejó 85 muertos en 2018— ofrece una idea de lo meticulosas y difíciles que pueden ser la recuperación y la reconstrucción.

Ese fuego destruyó unas 11 mil viviendas, aproximadamente el 90% de las estructuras de la comunidad. Unas 3 mil 200 casas y apartamentos han sido reconstruidos.

La localidad, que antes tenía 26 mil habitantes, ha tenido que hacer frente a elevados costos de construcción, costosas primas de seguro y a la incertidumbre sobre cuánto dinero recibirán quienes perdieron hogares por parte de Pacific Gas & Electric, una empresa eléctrica y de gas a la que se declaró responsable de provocar la tragedia.

En Los Ángeles —una ciudad conocida por sus densas capas de trámites burocráticos— Bass emitió esta semana una orden ejecutiva para facilitar que los residentes puedan proceder a la reconstrucción rápidamente.

El gobierno federal ya ha aprobado una partida de 100 millones de dólares para eliminar pinturas, productos de limpieza, asbestos, baterías y otros residuos domésticos de entre los escombros antes de que los equipos de trabajadores puedan comenzar a retirar los escombros. Robert Fenton Jr., administrador regional de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés), dijo que el plan es un paso inicial para que la gente pueda regresar a sus casas.

En otros lugares, la agencia está proporcionando apoyo para ayudar a la gente con alojamiento a corto plazo.

Michele Baron y su hija estaban entre quienes acudieron a un centro de recuperación en el oeste de Los Ángeles para averiguar cómo obtener nuevos certificados de nacimiento y tarjetas del Seguro Social.

Baron lo perdió casi todo cuando su apartamento en Pacific Palisades, donde había vivido durante 21 años, ardió hasta los cimientos. Su hija regresó a la propiedad y rescató un anillo y cerámica que había hecho cuando era niña.

A pesar del trauma, el plan es quedarse.

“Ahora que puedo ir a cualquier parte, en cierto modo no quiero”, aseguró.

 

Fuente: Latinus

SOURCELatinus
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Periodista de Radio fórmula México, conductora de “Fórmula Noticias fin de semana”, espacio que se transmite en cadena nacional y también en Estados Unidos. Michelle cuenta con más de 10 años como corresponsal en temas políticos, migración y seguridad para medios nacionales. Originaria de Sonora y ha laborado en los principales medios de comunicación locales como conductora principal.