Durante el año pasado, los consulados de México en el mundo atendieron a un total de 9 mil 267 connacionales por trata, de los cuales, 8 mil 228, es decir un promedio de 22 casos diarios, fueron de niñas y niños. Esta cifra es la más alta registrada en los archivos de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), responsable de asegurar el bienestar de los mexicanos en el exterior.

De acuerdo con las cifras sobre protección consular de la dependencia, a cargo de Alicia Bárcena, a pesar de que Estados Unidos es el país del mundo en donde más casos de trata de menores se presentan, Asia ha encendido los focos rojos de la cancillería al registrar un incremento, en el último año, de 225 por ciento en las solicitudes de intervención por este delito.

La dependencia ha documentado casos en los que los menores fueron vendidos en México y llevados a naciones de ese continente para su explotación laboral.

Un caso es el de Alicia y su hijo. La mujer accedió a platicar con El Sol de México su experiencia de cómo ella y su menor fueron víctimas de trata a miles de kilómetros de su casa y sin dinero. Narró que la oportunidad parecía haber llegado con una oferta de trabajo en la que le prometieron buen sueldo, casa y hasta cuidados para su menor, sin imaginar que viajar más de 28 horas de vuelo hasta Indonesia se convertiría en una verdadera pesadilla para ambos.

Todo inició cuando una amiga le recomendó una supuesta agencia de trabajo donde solicitaban a mujeres jóvenes para desempeñarse como promotoras de turismo en distintos lugares del mundo.

“Me entrevistó una chica e incluso había otras mujeres vestidas como aeromozas. La verdad es que todo parecía normal, hasta me dieron algo de dinero para gastos. Me dijeron que mi primer destino sería Asia, Japón, creo, pero una semana después ya tenía los boletos de avión para Indonesia. Me ofrecieron buen sueldo, casa e incluso escuela particular para mi hijo, pero nada de eso pasó porque apenas llegamos al aeropuerto nos recogieron y de ahí nos llevaron a un lugar del que ya no se nos permitió salir”, agregó.

Según Alicia, los hacían trabajar hasta 20 horas al día. “A mi hijo igual, lo ponían a limpiar, a lavar platos, a limpiar verdura. Me amenazaban con involucrarme en tráfico de drogas – delito que en Indonesia se castiga con pena de muerte-, si me resistía a atender a los clientes, muchos de ellos extranjeros. De verdad escapamos de milagro, busqué ayuda y pudimos regresar”, añadió Alicia.

Desde entonces, dijo, sólo la terapia le ha ayudado a manejar la culpa que aún siente por haber llevado a su hijo a la situación por la que atravesaron durante casi tres meses.

La proporción de menores mexicanos detectados que han sido objeto de trata para el trabajo forzoso y sexual ha aumentado constantemente en los últimos seis años, según las cifras de la Secretaría de Relaciones Exteriores, las cuales refieren que mientras en 2017, de los menores asistidos 426 se encontraban en alguna de esas situaciones, en 2018 la cifra creció a 755 y para 2021 la cifra alcanzó los mil 268 hasta llegar a ocho mil 228 el año pasado. El 2020 fue excepcional por la pandemia, sólo se registraron 343 menores atendidos.

De acuerdo con los casos documentados, los menores son explotados en una amplia gama de sectores económicos, particularmente en aquellos en los que el trabajo se realiza en circunstancias aisladas, como la agricultura, la construcción, la pesca, la minería y el trabajo doméstico.

David Saucedo, especialista en temas de seguridad, explica que para controlar y explotar a las víctimas, los tratantes de personas utilizan diversos tipos de fuerza, fraude o coerción. Estos tipos incluyen la imposición de deudas, las oportunidades de empleo fraudulentas, las promesas falsas de amor o de una vida mejor, la coerción psicológica y la violencia o amenazas de violencia.

“Las personas objeto de trata pueden ser de cualquier edad, raza, identidad de género, sexo, etnicidad, nacionalidad, estatus migratorio y clase socioeconómica.

Además, en muchos casos, no acuden a buscar ayuda porque son vulnerables, pueden existir posibles barreras de idioma, tienen miedo de las autoridades del orden público o no se identifican como una víctima”, explicó.

Según el experto, las vulnerabilidades para los niños pueden incluir una falta de seguridad en el hogar por violencia, abuso y negligencia; falta de vivienda o estatus de fuga; y la falta de atención adecuada en el sistema de bienestar infantil.

Finalmente, se observa que en los últimos diez años la cantidad total de niñas víctimas de este delito asciende a seis mil 250; en tanto que en los varones fueron ocho mil 537 casos.

 

Fuente: El Sol de México