Por: Laura Sánchez Ley | Milenio
Las autoridades estadunidenses detectaron que pedófilos mexicanos han producido y adquirido al menos 13 mil 807 fotografías y alrededor de mil videos con pornografía infantil.
Muchas de las víctimas fueron obligadas a ser grabadas, y su distribución, compra y descarga se realizó desde servidores en el extranjero.
Una investigación de MILENIO, con base a reportes del Buró Federal de Investigaciones (FBI), de la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI por sus siglas inglesas) y del proyecto Niñez Segura del Departamento de Justicia de Estados Unidos, evidencia como niños y niñas de entre tres y 14 años de edad fueron amenazados por los pedófilos para exponerse a fotografías y videos.
Documentos judiciales revelan que ese material pornográfico ni siquiera fue enviado a través de la llamada Deep Web o Red Profunda con ligas y servidores encriptados, sino que fue distribuido a través de redes sociales tan comunes como Instagram, Facebook, Snapchat, Zoom y correos en Hotmail.
Las autoridades estadunidenses detectaron que 14 ciudadanos de origen mexicano acumularon este tipo de materiales en sus dispositivos electrónicos, como computadoras y teléfonos celulares.
Algunos de estos pedófilos fueron descubiertos entre 2016 y 2021, cuando intentaban cruzar a Estados Unidos y les realizaron revisiones aleatorias a sus equipos. A otros ya les seguían la pista incluso desde territorio mexicano.
Las 15 mil fotos y videos incautados en cinco años equivalen a 3 mil piezas de pornografía infantil decomisadas cada año: ocho materiales diarios que vulneran la intimidad de menores de edad y que circulan profusamente en internet y a través de teléfonos celulares.
Pedófilos por Zoom
Una de las tantas imágenes que descubrieron los investigadores fue la identificada como IMG_2424.3pg en la computadora de un ciudadano llamado Rubén Oswaldo Yeverino Rosales. El hombre había logrado pasar desapercibido, y su aspecto lo ayudó a ganarse la confianza de ciertas víctimas: un tipo casi rubio, de cabello claro y con un rostro donde resaltaba, acaso, una nariz chata y desviada.
Este hombre largo y pálido tenía montados en su casa una computadora y varios dispositivos electrónicos, obligó a una niña a enviarle fotografías y videos pornográficos. Con engaños y luego con amenazas consiguió su propósito: cuando la menor le envió la primera fotografía, él logró que se tomara cientos de imágenes más. La chantajeó con enviar las fotos a sus familiares y amigos.
El método del pedófilo era hacer que la menor le proporcionara el material desde redes sociales o a través de llamadas de Zoom que él mismo grababa, para lo cual le daba indicaciones para realizar diferentes actos.
Algunas de las imágenes enviadas desde una cuenta de Facebook incluían, por ejemplo, una fotografía (clasificada como 6.jpg) donde la niña se mostraba sentada en el piso del baño completamente desnuda; u otra (la 9.jpg) donde ella estaba cerca de un armario, en el baño sobre una cajonera vistiendo solo unos calcetines, y otras imágenes en la habitación de la menor.
Las narraciones judiciales son muy crudas y no serán reproducidas aquí en su totalidad. Sin embargo, las autoridades revelaron cómo la niña fue obligada a introducirse objetos en sus partes íntimas mientras el sujeto la observaba y grababa a través de la cámara de una computadora desde México. La menor se encontraba en Arizona.
Yeverino Rosales obtuvo unas 3 mil 278 imágenes, además de videos de desnudos de la niña identificada como Jane Doe 1; al menos 600 encajaban dentro de la definición federal estadunidense de pornografía infantil.
No sólo se le imputó al pederasta el cargo de pornografía infantil, sino que los fiscales lograron fincarle el de abuso sádico y masoquista, debido a que el mexicano obligó a la menor a insertarse artículos como marcadores, cepillos de dientes y cepillos para el cabello que le ocasionaron profundos daños físicos.
En un documento fechado el 25 de mayo del 2022, las autoridades estadunidenses revelaron más detalles aterradores sobre el pederasta.
No solo había extorsionado y adquirido pornografía infantil a través de la niña de Arizona, sino que también logró hacerlo con otras víctimas en el mismo estado y otros como California y Carolina del Sur.
Los detalles de este nuevo documento son desgarradores y revelan como Rosales obligó, con un alto nivel de crueldad, a realizar actos inhumanos a Jane Doe 1. “Durante la noche la hizo decir ‘Soy tuya’ y ‘Pertenezco a ti’”. Describió cómo el delincuente le ordenaba insertar hasta tres cepillos para el cabello dentro de su vagina y escribir “Rubén” entre sus senos y “puta” debajo del ombligo.
Lo peor es que Rubén Oswaldo Yeverino no cumplió con la promesa de discreción y envió algunas de las imágenes a 14 de sus amigos y familiares.
Con otra víctima de Carolina del Sur fue igual de sádico. Esta niña tenía 12 años cuando fue amenazada y obligada a tomarse fotografías en diversos lugares de su casa. Él también le estableció fechas límite de cuándo quería las fotografías y le exigió que participara en las llamadas de carácter sexual durante la noche.
Sus víctimas “lloraron y rogaron que se detuviera y él no se conmovió. Su objetivo era poderoso y funcionó para obtener más imágenes de desnudos. Rosales aprovechó la desesperación de las niñas y mujeres jóvenes que intentan evitar que sus imágenes de desnudos grabadas sean reveladas a otras personas”, acusó el fiscal del distrito de Arizona y también director del Departamento de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF por sus siglas en inglés), Gary Michael Restaino en el documento obtenido por este diario.
Agregó con una narrativa explícita que “Rosales no se conformó con mirar su tesoro de pornografía infantil ya existente, el cual podría haber visto de forma gratuita sin victimizar a otros menores.
La conclusión razonable es que el material ya existente, sin importar cuán numeroso o violento de contenido fuera, no resultó lo suficientemente estimulante para Rosales porque buscaba imágenes en vivo, a veces violentas, que él personalmente consiguió”.
Fue gracias a la denuncia de una niña que finalmente las autoridades de la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional y los investigadores de la Policía de Goodyear, en Arizona, identificaron una dirección de Rosales en Monterrey, Nuevo León. Obtuvieron finalmente una orden de registro en sus cuentas de correo, su Snapchat, Instagram y otras redes socio digitales. En todas encontraron evidencias para fincarle cargos por pornografía infantil.
En enero del 2019, las autoridades mexicanas localizaron a Rubén Oswaldo en un domicilio en Monterrey, y ahí mismo encontraron múltiples dispositivos donde había 3 mil 278 fotos de su víctima Joe Doe 1.
Cartas que acusan al pedófilo
Una de las niñas abusadas, ahora adolescente, envió una emotiva carta en 2022 al juez Steven P. Logan, en Arizona, sobre el abuso sexual que había vivido a manos del pedófilo Rubén Oswaldo Yeverino. Tituló a su misiva: “La cuerda en las arenas movedizas”.
“‘Envíame más o todos verán esto’. Mi corazón se hundió, sintió como si hubiera pisado arenas movedizas. Durante los siguientes meses este tipo me poseyó, y lo hice, como dije, por miedo. Pero el otro día significó otra larga lista de fotografías exigidas e incluso videos. Quería decírselo a alguien, quería pedir ayuda, pero nuevamente no tenía idea de quién era este tipo. Conforme pasaron los meses, no pude soportarlo. Cada día las listas se hicieron más largas y las demandas eran enfermizas. Sentí como si me estuviera ahogando lentamente en la arena movediza.
“¿Qué pasaría si obtengo un buen trabajo, uno respetable y a mis compañeros de trabajo o a mi jefe les envían estas fotografías? Ayúdeme a sentenciar a Rubén al máximo porque el impacto de él es algo que me seguirá a mí y al resto de sus víctimas durante toda la vida”.
Este diario obtuvo informes médicos de sus víctimas que revelan los estragos que produjo el abuso infantil. Algunas víctimas describen que hay días en que no se levantan de la cama debido a la depresión. Exigen que Rubén permanezca para siempre en prisión.
Que se quede ahí “el mayor tiempo posible porque él se ha llevado a muchas chicas. Tengo que lidiar con esto todos los días. No quiero que lo vuelva a hacer”, dice una de ellas.
Otra de aquellas niñas, hoy jovencita, recuerda que el pedófilo la obligó a producir pornografía infantil hace seis años, cuando ella era muy pequeña.
“Ahora estoy ‘mejor’ y tengo que poner esas comillas porque decir que me he curado del trauma sería mentir, pero he aprendido a reprimir o simplemente me he acostumbrado tanto que estoy entumecida. La lista [de padecimientos] ni siquiera incluye la vergüenza que he sentido, la soledad, porque nadie puede realmente entender lo que pasé, la culpa y cómo ha impactado a mis seres queridos”.
El mexicano fue sentenciado a pasar 34 años en prisión, pero antes el fiscal Restaino dejó un recordatorio para ser analizado: “Se ha declarado culpable, pero se desconoce si siente algún remordimiento o arrepentimiento…”.
Hay más depredadores
El caso de Rubén Oswaldo Yeverino Rosales es uno de los 14 que han sido investigados por las autoridades estadunidenses. En un rastreo por los registros del Departamento de Seguridad y en diferentes Cortes de Distrito se encontró que hay más ciudadanos mexicanos acusados desde 2016 a la fecha.
Y el alto nivel de perversidad es una constante. Casos como el de Christian Dolores Muñoz de la Rosa son emblemáticos de ello. Según las autoridades estadunidenses las pruebas en su contra le fueron halladas durante una revisión en sus dispositivos electrónicos, donde residían unas 116 imágenes de pornografía infantil, algunas de las cuales involucraban a un niño de tan solo tres años.
O el de Ernesto Vitela, otro mexicano al que el 29 de noviembre de 2018 agentes de Estados Unidos le ejecutaron una orden de registro en la casa donde residía.
Le fueron confiscados un teléfono celular y otros dispositivos digitales, en los cuales luego de un análisis forense arrojó aproximadamente 7 mil 844 imágenes y 582 videos de pornografía infantil.
El Grupo de Trabajo sobre Explotación Infantil del Valle del Río Grande, de HSI y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, en Texas, llevó a cabo la investigación que dio con el paradero del mexicano, quien por cierto vivía sin documentos en este país.
Pero las incautaciones de material pornográfico no se han dado en los domicilios de los pedófilos, sino también cuando estos intentan cruzar hacia Estados Unidos llevando consigo el comprometedor material.
Así Gustavo Díaz Vásquez intentó ingresar el 10 de febrero de 2018 a ese país desde Brownsville, Texas, y cuando las autoridades realizaron una búsqueda de su teléfono celular descubrieron que tenía pornografía infantil en su teléfono. Un análisis forense reveló la posesión de 142 imágenes y 346 videos.
En 2021 se registró un caso más, el de Luis Felipe Salazar Sánchez, quien intentaba cruzar a Estados Unidos también por Brownsville. Las autoridades lo enviaron a una inspección secundaria donde revisaron su teléfono celular. Le descubrieron 600 imágenes y videos de pornografía infantil.
Los pedófilos son perseguidos porque suelen dejar marcadas a las niñas y niños víctimas quienes, con el paso de los años, recuerdan con amargura los estragos que los chantajes, humillación y amenazas dejan en su psique y su alma.
En el juicio contra Rubén Oswaldo Yeverino Rosales, otra de sus víctimas, una niña de entonces 12 años, así lo refirió: “Mi cuerpo está marcado física y mentalmente por los actos enfermizos que me hizo realizar para su placer, para complacer su mente psicótica. Esto ha cambiado completamente mi vida y lo que debió ser”.
Por razones como esas es que se pide, para todos los casos, una fuerte aplicación de la justicia a quienes abusan de menores de edad.
Fuente: Milenio