Los migrantes que deciden tomar la ruta de Sonora para llegar al llamado ‘sueño americano’ se enfrentan a factores de riesgo que convierten a la entidad en un auténtico infierno migrante.
Por un lado están a merced de grupos criminales que han aprendido a explotar el fenómeno migrante, pues es el escenario perfecto para la extorsión, la trata de personas, el asalto y el despojo.
“Me han sacado dinero hasta de los huevos”, compartió un migrante hondureño, que en la confianza de la plática se sinceraba diciendo que los mexicanos eran las peores personas del mundo.
Sólo en el presente mes de mayo, 147 migrantes han sido rescatados y liberados por grupos antisecuestro en San Luis Río Colorado, más otros 63 casos que se presentaron en el municipio de Sonoyta.
Familias completas y personas de todas las edades fueron liberadas de sus captores, y provenientes de países de América como Brasil, Cuba, Colombia, Venezuela, Ecuador, Chile, Haití, República Dominicana, Honduras, Guatemala, El Salvador, y otros de lugares tan lejanos como la India, Afganistán, Burkina Faso, Nigeria, China, Bangladesh y Nepal.
“Queremos mandar el mensaje correcto, no se permitirán estos actos hacia los migrantes”, declaró la entonces Fiscal General de Sonora, tras judicializar una carpeta de investigación con 89 denuncias de los migrantes cautivos.
Pero, si cuentan con la suerte de no topar al crimen organizado, también tienen el problema del calor y las altas temperaturas, que en verano pueden rozar los 50 grados centígrados, y que desde hace muchos años han convertido al desierto de Sonora y Arizona en el cementerio más grande del mundo.
“Que transiten por cualquier ruta que ellos tengan definida en el estado, excepto la de Sonoyta, por razones de riesgo, simple y sencillamente, por las temperaturas”, declaró recientemente el gobernador Alfonso Durazo.
Y es que al convertirse en el ‘punto ciego’ entre las fronteras de México y Estados Unidos, por la poca vigilancia en la zona de la Border Patrol, muchos migrantes optan por aventurarse en el desierto.
Desestiman los 200 mil kilómetros cuadrados de superficie, la falta de agua, el frío nocturno, los animales y principalmente el calor, que en exposiciones prolongadas por encima de los 40 grados puede ser mortal.
“Por el desierto es difícil que los detengan los agentes fronterizos, es muy grande y pueden pasar desapercibidos. El detalle es que si se pierden, o simplemente se deshidratan, también es difícil que puedan ser rescatados”, comentó Martín Salgado, de La Casa del Migrante en San Luis Río Colorado.
El embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, también advirtió a los migrantes sobre los peligros de cruzar por vías que pongan en riesgo sus vidas.
“Esa vía legal es la vía que se debe de tomar, no la vía que los lleve por estos caminos dolorosos, controlados por los criminales, por los delincuentes que han estado fomentando estos problemas por tanto tiempo”, indicó a través de su cuenta de Twitter.
La organización Humane Borders, en español “Fronteras Compasivas”, que desde hace más de 20 años se aboca a colocar recipientes de agua en el desierto de Arizona para salvar vidas, expone que la cifra de muerte ha seguido creciendo con los años.
“A partir de noviembre de 2021, 3 mil 790 migrantes han muerto tratando de cruzar el vasto desierto de Arizona y Sonora. Muchos más no han sido encontrados ni contabilizados”, señalan en su sitio web.
Exponen que la cifra de muerte registrada en el desierto es únicamente la comprobable, pues estiman que la realidad puede ser mucho mayor.
Un estudio de la Universidad de Michigan, realizado precisamente en el desierto de Sonora y Arizona, arrojó que un cuerpo humano durante el verano puede desaparecer por completo en 36 horas, siendo destruido por animales como coyotes y buitres.