Las incógnitas que prevalecen en el homicidio del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio Murrieta, producto de las numerosas irregularidades que se presentaron en la investigación, han permitido que Mario Aburto Martínez, sentenciado por el crimen, intente obtener su libertad argumentando haber sufrido amenazas y tortura a lo largo de los 29 años que han pasado desde aquel trágico 23 de marzo de 1994.
Si bien -formalmente- su situación jurídica no ha cambiado desde que en 2004 se le impuso una condena definitiva de 45 años de prisión, Aburto ya obtuvo una sentencia de amparo a su favor en la que el juez Antonio González García ordenó a la Fiscalía General de la República (FGR) investigar los malos tratos que alega el preso.
El titular del Juzgado Segundo de Distrito de Amparo en materia Penal de la Ciudad de México le concedió a Mario Aburto, el pasado 6 de marzo, la protección de la justicia federal para que la Fiscalía demuestre si son ciertos los hechos en los que el sentenciado asegura haber sido amenazado para que se declarara culpable del magnicidio.
De hecho, Aburto ha reiterado que incluso fue drogado el día de su detención, mediante alguna sustancia que ingirió al beber un vaso de agua que le proporcionaron en las instalaciones de la otrora Procuraduría General de la República (PGR) en Tijuana. Este último argumento justificaría que -según dice- recuerde muy poco de lo ocurrido.
En ese tenor, cuando fue entrevistado por peritos en criminalística y psiquiatría comentó que, tras ser apresado instantes después de los hechos, sufrió una especie de “shock”, a lo que se sumarían los presuntos actos de tortura cometidos en su contra por diversos funcionarios que le interrogaron.
Con todo esto, Mario Aburto Martínez, hoy de 52 años, pretende argumentar que su proceso penal estuvo viciado, a partir de diversas violaciones a sus derechos humanos. Ergo, si presuntamente se trasgredió el debido proceso, las actuaciones que llevaron a su sentencia tendrían que anularse.
No obstante, a lo largo de las más de 8,000 cuartillas que integran el expediente judicial en el que fue encontrado responsable del homicidio, hay solo un par de referencias de parte de Aburto relativas a las amenazas y malos tratos que habría recibido.
En cambio, en la misma causa se pueden encontrar al menos una docena de versiones en las que el mismo inculpado admite haber accionado el arma que privó de la vida al candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Luis Donaldo Colosio Murrieta, de 44 años en 1994, perdió la vida al recibir dos disparos de arma de fuego, uno de ellos en la cabeza, cuando había concluido un mitin de campaña en la colonia Lomas Taurinas de Tijuana.
Con su homicidio quedaron en la orfandad sus dos hijos, Mariana entonces de 1 año, y Luis Donaldo de 8, ambos de apellidos Colosio Riojas, este último hoy es alcalde de Monterrey.
Una carta voluntaria
Apoyado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que preside desde noviembre de 2019 Rosario Piedra Ibarra, y con los servicios de varios abogados de oficio del Instituto Federal de Defensoría Pública (IFDP), Mario Aburto promovió en 2021 un amparo directo en contra de su sentencia, en tanto que en 2022 interpuso la demanda de amparo indirecto que ya se le concedió, en la que acusa a la FGR de omitir investigar la tortura que denuncia.
En ambos ocursos, Aburto Martínez también se desdice de sus confesiones, a pesar de que una ellas fue realizada voluntariamente, fuera de cualquier interrogatorio, mediante una carta de su puño y letra dirigida al juez de su proceso.
En la misiva, que se encuentra en el expediente cuya copia posee ALTO NIVEL, reitera lo que previamente ya había admitido: Que accionó el arma que privó de la vida a Luis Donaldo Colosio, aunque esto ocurrió por accidente.
En estos 29 años que han trascurrido desde el homicidio del candidato presidencial del PRI, en todos los documentos oficiales del caso el sentenciado siempre ha reconocido ser el autor del disparo que recibió Colosio en la cabeza, lo único que ha variado en sus distintas confesiones son los motivos y circunstancias de sus actos.
Inicialmente dijo que solo quería herir al político priista; en otra ocasión manifestó que le molestó el presunto desprecio que habría mostrado el candidato hacia una mujer que le quería entregar un documento; y finalmente, las versiones que más ha reiterado son dos: Que se tropezó, y por eso ocurrió el disparo accidentalmente, o que recibió un golpe en la pierna, lo que le hizo perder el equilibrio provocando el accionar del arma, también de manera fortuita y sin intención.
A esta narrativa formal, que se encuentra en los documentos jurisdiccionales del caso, incluyendo la carta manuscrita ya mencionada, se contraponen las conversaciones que el preso ha sostenido vía telefónica con sus familiares.
En estas llamadas, algunas de las cuales han sido grabadas por sus padres, Rubén Aburto y María Luisa Martínez, quienes viven en California, Estados Unidos, el sentenciado por el homicidio de Colosio niega ser el verdadero asesino.