La pesadilla se hizo realidad con la construcción de mil 71 kilómetros de muro bajo el sello de Donald Trump, a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México.
En esta región, el monstruo de acero y concreto partió en dos el imponente Desierto de Sonora, el más biodiverso del mundo y el de mayor extensión de Norteamérica con 260 mil kilómetros cuadrados.
Una barrera de 9.1 metros de altura colocada en el lugar más caliente del planeta, donde a ras de suelo se alcanzan hasta 80.8 grados centígrados de temperatura, de acuerdo con datos de la NASA.
Del lado de Estados Unidos quedó confinado el oasis de Quitobaquito, sitio sagrado y fuente de vida para miembros de la tribu Tohono O’odham y el único ojo de agua disponible para la flora y la fauna en 65 kilómetros a la redonda.
A decir de Alejandro Olivera, representante en México del Centro para la Diversidad Biológica, esta valla color ocre representa una sentencia de muerte para quienes deambulan entre el Monumento Nacional del Organ Pipe Cactus y la Reserva de la Biosfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar, declarada en 2013 como Patrimonio Mundial por la Unesco.
“Hay especies emblemáticas que están en peligro de extinción que se comparten entre las dos naciones como el jaguar, lobo mexicano, berrendo sonorense y borrego cimarrón”, destacó.
El biólogo recordó que anteriormente las áreas naturales protegidas de ambos lados de la frontera estaban divididas con pequeñas cercas, que permitían el libre tránsito y el flujo genético de las poblaciones.
Explicó que a partir de septiembre de 2019, cuando comenzó la construcción del muro, los sahuaros, cactus gigantes de cientos de años, fueron sus primeras víctimas mortales, al ser arrasados por excavadoras y maquinaria pesada.
Detalló que en agosto de 2020, quedó documentado el primer caso de una especie animal en peligro de extinción que sucumbió al tratar de llegar del lado mexicano.
Alejandro Olivera comentó que se trató de un ejemplar de venado Bura macho, que buscaba regresar hacia el sur en busca de agua y alimento, lo que regularmente ocurre durante los meses más calurosos del año, “y lamentablemente se encontró con una barrera infranqueable”.
Por su parte, Erick Meza, coordinador fronterizo de Sierra Club, puso como ejemplo un lobo gris mexicano criado en cautiverio, que fue liberado con un collar GPS en 2020, y que no pudo cruzar a nuestro país en busca de pareja desde un lugar recóndito de Nuevo México.
Según los registros captados por el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos, entre los pasados 23 y 27 de noviembre, el ejemplar bautizado en un zoológico de Kansas como Sr. Goodbar, recorrió 23 millas, alrededor de 37 kilómetros, tratando sin éxito de burlar el muro fronterizo.
“Quiso cruzar por cinco días, estuvo deambulando, se documentó que iba de un lado al otro del muro, sin poder pasar, y penosamente semanas después fue encontrado herido con un disparo de arma de fuego, que le provocó la amputación de una de sus extremidades”, señaló.
El lobo mexicano fue hallado lesionado por oficiales de Vida Silvestre, que desde un helicóptero, le lanzaron un dardo tranquilizante para atenderlo y salvarle la vida.
Federico Godínez, exdirector de la Reserva de la Biosfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar, también pudo videograbar recientemente, la muerte de dos jabalíes en territorio mexicano, debido a la falta de agua y la incapacidad de la familia de cinco ejemplares para buscar el recurso del otro lado de la frontera.
“No fueron más lejos, murieron de sed, alcanzaron a salir de la madriguera y los carroñeros ya hicieron su trabajo”, describió.
Godínez, quien ahora dirige la Fundación MAGOOL, junto con integrantes del Ejido Vicente Guerrero, realiza labores de monitoreo de fauna con cámaras foto-trampa y coloca bebederos provisionales en zonas remotas con el fin de dar un poco de alivio a las especies.
En peligro
Además de los graves impactos a la vida silvestre, la valla de acero y concreto obstruye los flujos transfronterizos del agua de lluvia e interrumpe el cauce de ríos como el San Pedro en las llamadas Islas del Cielo, en la ruta migratoria del jaguar, y donde no hay barreras que aguanten la crecida del afluente.
Esta situación genera daños en viviendas en Anapra, El Berrendo y Palomas Chihuahua, así como en Agua Prieta, Sonora.
Asimismo se registra desbordamiento de la barrera física hacia territorio mexicano al oeste de Palomas, Chihuahua y en Santa Cruz, Sonora.
Ante la problemática del lado de Sonora – Arizona, la esperanza es que la Unesco de seguimiento a la solicitud formulada en 2017 por el Centro para la Diversidad Biológica y la tribu Tohono O’odham de México, para que declare al Pinacate y Gran Desierto de Altar como Patrimonio Mundial en Peligro.
“El Comité de Patrimonio Mundial solicitó información a ambas naciones para evaluar a fondo la situación, de hecho, en una primera decisión instó a México y Estados Unidos a trabajar juntos para asegurarse de que no se afecte a la fauna del sitio”, subrayó Alejandro Olivera.
Con una resolución de estas características, podrían llegar recursos internacionales de apoyo a nuestro país y la petición de realizar medidas de mitigación a EU.
“Nosotros hemos identificado ya diversas áreas incluyendo Quitobaquito y el Río San Pedro, donde hay alta diversidad y especies en peligro de extinción, en donde remover o modificar el muro es de alta prioridad”, resaltó Erick Meza.
Por su parte, Amber Ortega, activista de la tribu Hia Ced O’odham, afirmó que a pesar de que el daño está hecho, todavía hay trabajo que hacer para revitalizar las tierras y promover la vida en la región.