Por Bulmaro Pacheco
Con nuestro voto los sonorenses habremos de decidir en las urnas el futuro de Sonora. De los seis candidatos a la gubernatura originalmente postulados por diez partidos políticos, restan sólo dos con posibilidades de ganar: Ernesto Gándara y Alfonso Durazo.
Ricardo Bours, candidato de Movimiento Ciudadano, se sumó hace dos semanas a Ernesto Gándara y desde entonces ha solicitado a sus simpatizantes votar el candidato de la “Alianza Va por Sonora” aunque su nombre aparezca en la boleta electoral.
Carlos Zatarain trató de cumplir al pie de la letra las instrucciones que seguramente le dieron al postularlo como candidato del PES. Su objetivo no era ganar ni ser competitivo; eso se vio desde el principio. Su plan siempre fue tratar de restarle votos priistas a Ernesto Gándara en la región Guaymas-Empalme. Su actuación en el último debate abriendo fuego contra Gándara demostró que le asistía la razón a los que originalmente pensamos que solo era un candidato comparsa.
Cuauhtémoc Galindo, postulado por RSP, hizo también lo propio pero buscando restarle votos panistas a la Alianza, sobre todo en la región de Nogales. Hizo mejor papel que Zatarain, porque tenía más actualizado el pulso político estatal al haberse desempeñado entre 2006 y el 2018 como representante popular del PAN. Todavía en 2018 buscó la reelección en la alcaldía de Nogales pero no lo logró, y quizá eso lo motivó a acercarse a Morena y su candidato. La candidata de Fuerza por México Rosario Robles se vio bien, pero le faltó tiempo para un mayor conocimiento de la gente sobre su persona y sus propuestas.
Las opciones para Sonora este 6 de junio son muy claras: Gándara o Durazo. El resto de los candidatos no crecieron.
La llamada “cuarta transformación” se quiere instalar en el estado a través de Alfonso Durazo, en su primera ocasión que busca la candidatura.
Una opción más abierta e inclusiva es la que ofrece Gándara, en la tercera ocasión que busca ser gobernador de 2009 a la fecha.
¿Qué ha significado la llamada 4T para Sonora en los casi tres años de gobierno de López Obrador, como para pensar adaptarla al estado? Solo dudas, ineptitud, atrasos, incertidumbre, falta de rumbo, ausencia de diálogo e interlocución, en un contexto donde ninguna de las prioridades estatales como la seguridad y la economía han sido atendidas a fondo por la federación, que se ha limitado en atender la problemática Yaqui, Bavispe y la Guardería ABC; nada más.
Para buscar traer a Sonora la llamada 4T, el candidato de Morena ha integrado un equipo variopinto de personajes provenientes de otros partidos y otras corrientes políticas que por años han actuado en Sonora: Miembros destacados del PAN que apenas hace tres años aspiraban a cargos públicos y ni tardos ni perezosos saltaron al carro de Morena en el 2018, olvidando sus orígenes. Diletantes de las izquierdas, que lo mismo negociaban con el PAN y el PRI en otras épocas y que no tardaron en desprestigiarse. Una fracción de Movimiento Ciudadano originalmente panista, que le ha dado vueltas a la ruleta política siempre en búsqueda de opciones políticas personales más que de causas políticas o de lucha. Y un conjunto de liderazgos sindicales —aspirantes a revivir el voto corporativo—, que han sabido adecuarse al PAN y al PRI en otras épocas y ahora solo esperan del candidato de Morena la garantía de seguir con sus privilegios y nadie les dispute su derecho de tener como rehenes a importantes instituciones del Estado.
Gándara logró unir por primera vez en la historia de Sonora al PAN, al PRI y al PRD. Un PRI sin escisiones notables, un PAN activo que todavía resiente los efectos de la derrota del 2015, y un PRD en proyecto de reconstrucción que ha visto la mayor migración de militantes hacia Morena pero que conserva sus principales liderazgos y actúa en concordancia con la Alianza.
Los adversarios de la Alianza han intentado hacer aparecer a Gándara como el candidato de la continuidad del gobierno estatal. El argumento lleva chanfle, porque no hay bases para sustentar ese señalamiento.
Ernesto Gándara ha construido su carrera política por méritos propios como funcionario público, presidente municipal y senador. Igual se le debe reconocer la candidatura a gobernador, la cual trabajó con mucha paciencia, sensatez y operación política, sin apoyos del gobierno estatal y sin fracturar la unidad de los partidos. Gándara ha sido un candidato confiable y con credibilidad porque es muy conocido y porque no encarna ninguno de los vicios y señalamientos de “mala leche” que Morena y sus candidatos le endilgan a cada rato a la Alianza PAN-PRI-PRD. Además sus propuestas inciden en la gente común y corriente en sus preocupaciones y sentimientos, y su discurso no exhorta al encono ni a la división de Sonora y sí a la unidad.
Cuando Alfonso Durazo habla de los de malos gobiernos y años de progreso perdidos en Sonora, los sitúa desde Don Rodolfo Félix Valdés hasta Claudia Pavlovich; es decir, los últimos 36 años de gobierno. ¿Sabrá realmente lo que está diciendo? Lo preocupante de esa visión es que se traten de imitar los marcos teóricos, los años y enfoques utilizados por el presidente López Obrador para referirse al pasado como origen de todos los males actuales. En Sonora eso no funciona, porque desde 1937 se dejó de lado el enquistamiento de un solo grupo en el poder. El relevo generacional y la movilidad política estatal y plural fomentada por las alternancias hacen a un lado cualquier argumentación en contrario.
Las grandes inversiones federales en educación e infraestructura, más la iniciativa individual de sonorenses destacados, ha logrado desde 1940 importantes avances en el Estado. De entonces a la fecha se ha demostrado que Sonora fue construida con el arrojo y valor de sus gentes, y no precisamente por los gobiernos —que sin duda han puesto su grano de arena—. De ahí el enfoque obsesionado por generalizar sobre los malos gobiernos, un argumento sesgado y poco firme.
Lo que debería preocuparnos es por qué razones el actual gobierno federal ha despreciado todo tipo de apoyos a Sonora. ¿Será porque es un Estado no gobernado por Morena? Quizá.
Durazo también suele utilizar la camisa de fuerza del neoliberalismo para referirse a la problemática sonorense y afirmar que la corrupción es la principal causa de la inseguridad en el estado. Craso error.
Habla de grupos dominantes y beneficiarios o “logreros” del crecimiento —los ha habido, sin duda— pero evita reconocer a mucha gente buena que no ha pertenecido a grupos económicos o de presión, nunca se ha corrompido y por vocación y esfuerzo constante ha hecho más por Sonora que otros personajes con altos cargos públicos a nivel federal.
El próximo 6 de junio, la atención y las expectativas estarán puestas en una importante y mayoritaria participación de los 2,170,267 ciudadanos integrantes de la lista nominal sonorense (se espera un porcentaje de participación superior al 50%). La elección estará centrada en los dos candidatos que desde el inicio de las campañas puntearon en los sondeos y que llegan en una elección cerrada con una ligera ventaja del candidato de la Alianza Va por Sonora que tiene de su lado la expectativa de triunfo.
La alternativa es clara: La instauración de la llamada 4T en Sonora que promueve Durazo, o la Sonora Ganadora incluyente, plural y participativa para todos que anuncia Gándara. Pero más allá de todo eso, lo que verdaderamente se juega es el destino de Sonora para los próximos seis años. Cuidado con equivocar el voto.