El expresidente estadounidense Donald Trump y su esposa, Melania, se vacunaron discretamente contra el COVID-19 en enero pasado antes de abandonar la Casa Blanca, revelaron medios de comunicación locales.
No está claro si Trump, quien durante meses se negó a usar en público cubrebocas para protegerse de la enfermedad, y la ex primera dama recibieron la primera o ambas dosis de la vacuna.
Tampoco ha trascendido cuál de las vacunas aprobadas en aquel momento para uso de emergencia en Estados Unidos -la de Moderna o la de Pfizer– les fue administrada.
Un asesor del exmandatario consultado por el diario The New York Times confirmó que Trump recibió en privado la vacuna en enero.
Ayer, domingo, Trump aseguró en un discurso en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, en inglés) que “todo el mundo debería ir a recibir su inyección“, en su primera intervención pública desde el fin de su mandato, el pasado 20 de enero.
El manejo de este tema por parte del exgobernante contrasta con el de su sucesor, el demócrata Joe Biden, a quien le administraron en público ambas dosis de la vacuna y animó a sus compatriotas a emular su ejemplo.
A finales de septiembre, Trump se contagió con COVID-19, junto a su esposa, y tuvo que ser hospitalizado durante tres días en un centro sanitario de Washington DC, del que salió después de que se le administrara el cóctel experimental de anticuerpos de la farmacéutica Regeneron y el antiviral Remdesivir.
Un funcionario gubernamental dijo a mediados de diciembre que a Trump no se le administraría la vacuna del COVID-19 hasta que no se lo recomendara el equipo médico de la Casa Blanca.
Durante su mandato, Trump llegó a reconocer que había llegado a no valorar, a propósito, la gravedad de la enfermedad al principio de la pandemia para que no cundiera el pánico entre el público estadounidense, en una serie de entrevistas con el periodista Bob Woodward para su libro ‘Rage‘.
A su llegada a la Casa Blanca, Biden se puso como meta administrar 100 millones de dosis en sus primeros 100 días en el cargo y frenar la propagación de la pandemia en Estados Unidos, el país más afectado por el COVID-19, donde han muerto más de medio millón de personas y más de 28.6 han sido contagiadas con el virus.