A principios de esta semana circularon imágenes de la disolución de la primera caravana de migrantes que este año partió de Honduras con rumbo a EE.UU. En esa multitud, que reunía a población vulnerable y golpeada por la situación económica en su país, también había niños que emprendieron el peligroso viaje solos.

De hecho, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) informó que atendió a más de cien menores que integraban esa caravana, que salió el pasado 13 de enero de la ciudad hondureña de San Pedro Sula y que fue disgregada en Guatemala.

En un reporte de Naciones Unidas se detalla que 80 % de ese grupo de menores de edad viajaba solo y que varios de ellos estaban “heridos, extremadamente cansados o con traumas psicológicos”.

Según los datos que maneja el Sistema Nacional de Control Biométrico Migratorio de Honduras, del 1 al 17 de enero se han deportado 2.301 hondureños, de los cuales 453 son menores de edad.

Entre las razones de este fenómeno entre niños y jóvenes menores de edad que emprenden la travesía solos, debe considerarse el impacto que ha tenido en la población infantil hondureña la crisis del coronavirus y el paso de los huracanes Eta e Iota, que azotaron las costas del noreste del país centroamericano a mediados de noviembre y que dejaron una caída de 10 % de la economía de ese país.

Los huracanes

En Honduras, los ciclones Eta e Iota afectaron a más de cuatro millones de personas, de las cuales 2,5 millones estaba en necesidad, según un informe elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

De esta cifra, 1,5 millones eran niños que estaban expuestos a los daños ocasionados por las inundacionesalertó Unicef.

Al respecto, el director regional interino de ese organismo para América Latina y el Caribe, Bernt Aasen, manifestó su preocupación porque los niños que sobrevivieron a ambos huracanes estaban “en riesgo de morir debido a enfermedades transmitidas a través del agua y otras infecciones”.

El coronavirus

En medio de esta compleja situación, la crisis por el coronavirus también ha tenido consecuencias graves sobre la población infantil.

Si bien los fenómenos climáticos causaron daños en la infraestructura de más de 500 aulas, el ausentismo escolar se ha agravado con la pandemia por varias razones, entre las que se encuentran:

  • Dificultades para el acceso a internet en las zonas rurales y falta de equipos como computadores y teléfonos celulares para realizar clases por vía remota.
  • Los niños han tenido que salir a trabajar para participar en el sostenimiento de sus hogares.
  • Las familias tuvieron mayores inconvenientes para cubrir las necesidades alimenticias de sus miembros.

Hasta octubre de 2020, un millón de menores entre 5 y 17 años estaban fuera del Sistema Educativo de Honduras, mientras que 700.000 trabajaban, según datos del director de la Red de Instituciones por los Derechos de la Niñez (Coiproden), Wilmer Vásquez.

En cuanto a los contagios, Coiproden registró en octubre que 34 % de casos positivos del virus en el país corresponde a niños y jóvenes. Hasta ese mes, habían fallecido 27 pequeños por esta enfermedad.