(Infobae).- Nuevas alianzas criminales han encendido ya las alertas en México, no sólo por la violencia que esto podría ocasionar, sino porque esto es consecuencia del rotundo fracaso del combate al crimen organizado.

De acuerdo con informes de inteligencia del gobierno mexicano, el líder del extinto Cártel de Guadalajara, y ahora mismo el narco más buscado por la DEA, Rafael Caro Quintero, habría reagrupado sus fuerzas y decidido disputar el territorio de su antiguo amigo Joaquín el “Chapo” Guzmán Loera.

Para ello, Caro Quintero habría centrado su actividad en el Triángulo de Oro, una de las mayores zonas de producción de opio de América y estrechado vínculos con el Cártel de Juárez, que tiene su base en una urbe industrial de Chihuahua fronteriza con Texas (EEUU).

Caro Quintero, el regreso

(Foto: PFP/ Cuartoscuro)

A sangre y plomo, Caro Quintero, ha hecho sentir sus pasos, atribuyéndosele los últimos hechos de violencia ocurridos en el municipio de Caborca (Sonora).

En esta zona, montañosa y productora de marihuana, el capo de 68 años no sólo ha empezado a reclutar sicarios, sino que se ha aliado con antiguos operadores del “Chapo” Guzmán y formando el grupo criminal Cártel de Caborca.

En aquel municipio de aproximadamente 59, 922 habitantes, fue asesinado esta semana Ignacio Nacho Páez Soto, identificado como operador de Caro Quintero en Sonora. La razón habría sido una presunta tregua con sus rivales no aceptada por el “Narco de Narcos”.

Su dominio en la zona ha sido absoluto. Según atestiguan pobladores, cuando el grupo del Narco de Narcos llega, nadie se cruza en su camino. Las pistas de su actividad también han sido evidentes. Por ejemplo, en Sonora, la venta de automóviles lujosos ha sido acaparada por Caborca, tierra de ganaderos, quienes no podían ser los adquirientes. Además se incrementó sustancialmente la compra-venta de ranchos, que se llegaron a vender al doble de su costo, y tampoco los compradores eran ganaderos.

Sonora, dada su ubicación geográfica como estado fronterizo con Estados Unidos, hace crecer el interés de las organizaciones criminales que buscan el control de trasiego de drogas. Entre esos grupos se encuentra la célula delictiva de Los Salazar, identificada como brazo armado del Cártel de Sinaloa, y con quien mantiene una disputa encarnizada por el control del territorio.

Además de la disputa por las rutas de la droga, la cruenta “narco guerra” que actualmente protagonizan ambos grupos criminales, tiene como epicentro el control de un extenso territorio donde se asienta una gran veta de oro que actualmente es propiedad de ejidatarios.

En esa disputa, los criminales tienen como aliados a poderosos políticos de Sonora que también desean quedarse con algunas hectáreas de esas áridas tierras, en su superficie, pero que son poseedoras de una gran riqueza en su subsuelo.