El año 2020 ha marcado nuestras vidas de diferentes formas, había pasado mucho tiempo para que un evento, como lo es la pandemia por coronavirus, impactara a una amplia gama de la población mundial. De esta forma, a lo largo de este año nuestra vulnerabilidad ante los fenómenos meteorológicos se vio ampliada, puesto que el riesgo era doble.

Si bien fue una temporada de ciclones tropicales muy intensa en el Océano Atlántico, respecto a sus efectos adversos directos no fueron tan graves para México, como lo ha sido en años anteriores. Esto en consecuencia a las trayectorias que tuvieron los sistemas, los cuales en su mayoría sólo tuvieron efectos indirectos, pero no menos importantes en el país.

Lluvias intensas en el sureste del país

Durante el mes de noviembre la mirada estuvo puesta en Tabasco a consecuencia de la interacción del frente número 13 y la inestabilidad remanente de Iota, esta situación generó lluvias de amplia importancia, las cuales provocaron la subida en el nivel de las presas y ríos y, por lo tanto, una situación de emergencia en estas regiones.

Adicionalmente, durante estos días también fueron escenarios difíciles para Veracruz, Chiapas y Oaxaca. Sin embargo, era en la región tabasqueña donde desde octubre ya se habían presentado otras lluvias de importancia, por lo que algunas comunidades aún no lograban recuperarse cuando vivieron otra calamidad.

Mayo con turbonada

El 21 de mayo se registró un evento de turbonada o Sistema Convectivo de Mesoescala (SCM) en la región Huasteca de San Luis Potosí y Tamaulipas, registrándose lluvia y viento fuerte con caída de granizo. El SCM siguió avanzando hacia el sur, terminando de recorrer el estado de Veracruz hasta la mañana del 22 de mayo con los mismos efectos.

Las ráfagas de viento registradas oscilaron entre 90 y 110 km/h en El Higo, Paso de Piedras y Pánuco, con registros máximos de casi 150 km/h entre Tamuín y El Higo de acuerdo con Protección Civil del Estado de Veracruz.

 

Nuevos records de precipitación en CdMx

En las fiestas patrias se registraron precipitaciones de las más importantes en los últimos 30 años en la capital del país. El 15 de septiembre se alcanzó una acumulación total de 124.71 mm en Iztapalapa, mientras tanto, para el 16 de septiembre el registro máximo fue de 113.38 mm en Tlalpan. Esta situación provocó que por primera vez en la historia la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil de la ciudad activara la Alerta Púrpura por lluvia, siendo la más alta en su categoría.

Estos fenómenos fueron originados por una gran cantidad de humedad aportada por un disturbio en el Golfo de México, una vaguada en superficie que cruzaba la ciudad y favorecía la convección, el avance de la onda tropical número 35 y efectos muy locales de la capital, como la orografía.