La organización Human Rights Watch (HRW) acusó este sábado a las autoridades chinas de intensificar las detenciones de periodistas y activistas que informan “sobre la pandemia de la covid-19 u otras cuestiones o critican al Gobierno”. Según un comunicado de HRW difundido en Nueva York, las autoridades chinas han llevado a cabo nuevos arrestos de periodistas y activistas “sin aportar información creíble que sugiera que esos individuos han cometido delitos legalmente reconocibles”
“Detener a periodistas y a activistas no hará que desaparezcan los verdaderos problemas de China”, dijo el investigador de HRW para el país asiático, Yaqiu Wang, citado en la nota. Para Wang, “el Gobierno chino parece no haber aprendido nada de su represión de la información después del brote de covid-19”.
En este sentido, la organización de defensa de los derechos humanos asegura que “las autoridades chinas han tratado de controlar la narrativa de la pandemia del coronavirus silenciando a los reporteros independientes, junto con el uso de software especializado, ‘trolls’ y censores de Internet”.
HRW recoge en su nota la detención de tres personas, el activista Ou Biaofeng y los periodistas Hze Fan, que trabaja para la agencia Bloomberg, y Du Bin, fotógrafo colaborador del periódico The New York TImes. “Desde el brote de coronavirus en Wuhan a finales de 2019, las autoridades chinas también han detenido a un número de activistas y ciudadanos periodistas por informar de manera independiente sobre la pandemia”, denunció la ONG, que aseguró que mientras algunos han sido liberados, otros permanecen bajo arresto o su situación no ha sido hecho pública.
El 28 de diciembre, la periodista china Zhang Zhan se enfrentará a un tribunal que podría condenarla a hasta cinco años de cárcel por informar sobre el estallido del brote de coronavirus en la ciudad de Wuhan bajo la acusación de “provocar altercados y crear problemas”.
Zhan fue detenida en mayo, después de haber viajado a Wuhan en febrero para informar sobre el brote de coronavirus.
El abogado de Zhang dijo a los medios de comunicación que los funcionarios la han estado alimentando a la fuerza desde que inició una huelga de hambre poco después de su detención y que su salud se está deteriorando, tal y como recoge HRW.
Diversos informes han acusado a China de encubrir la existencia de la pandemia en sus primeras etapas, negando así a otros países el tiempo necesario para prepararse para la ola de contagios.
Un reporte del Journal of Emerging Infectious Diseases señala que una “propagación a largo plazo y no reconocida” del virus explicaría por qué el brote fue tan devastador para Italia en febrero y marzo.
La oficina de la OMS en China recién fue informada el 31 de diciembre sobre una misteriosa neumonía que había enfermado a 44 personas en Wuhan. Y el 5 de enero la OMS seguía diciendo que no había “ninguna evidencia de transmisión significativa de humano a humano” del virus. En enero se confirmó por primera vez que el virus se había extendido fuera de China, cuando se descubrió que una mujer de 61 años estaba infectada en Tailandia. China siempre ha negado las acusaciones de encubrimiento.
Desde el inicio de la pandemia, China ha denegado acceso a investigadores independientes internacionales para determinar qué ocurrió en Wuhan y sobre todo saber por qué se demoró en informar sobre la letalidad del virus. La OMS ha quedado en la mira por haber estado presionada por el régimen chino cuando surgió el COVID-19.
Al inicio de la epidemia, incluso, el régimen quiso responsabilizar a los Estados Unidos de la transmisión del virus. De hecho, en los últimos días Beijing ha intentado instalar una nueva narrativa sobre el origen del virus: ha dicho que la enfermedad no – no nació en Wuhan, provincia de Hubei, sino que se originó en otras latitudes y otros países que lo exportaron a esa región. Más precisamente, aseguraron que el virus que provoca la enfermedad COVID-19 fue transportado por paquetes de alimentos congelados que fueron exportados hacia allí