El poder del Ejército mexicano ha crecido bajo la actual Presidencia. Y lo paradójico es que al mismo tiempo las inseguridad también ha avanzado en el país. Eso dice The Washington Post en un amplio reportaje este día.
“Tras dos años de gobierno de [Andrés Manuel] López Obrador, las Fuerzas Armadas de México han asumido un papel más amplio en los asuntos del país que en cualquier otro momento desde el fin de los gobiernos liderados por militares en la década de 1940. El gobierno ha desplegado un número récord de tropas para hacer frente a la deteriorada situación de seguridad. Las Fuerzas Armadas patrullan ciudades, allanan laboratorios de drogas y protegen instalaciones estratégicas. Pero eso no es todo. Los militares están siendo cada vez más la fuerza a la que recurre el presidente para tareas previamente gestionadas por agencias civiles, desde administrar puertos hasta remodelar hospitales y construir aeropuertos”, dice Mary Beth Sheridan, autora del texto.
Cuando el Presidente asumió su cargo, afirma, sus asesores principales fueron brutalmente honestos. “El sistema de seguridad de México estaba ‘en ruinas’, advirtieron. Los homicidios habían alcanzado niveles récord. Las fuerzas policiales locales estaban infiltradas por grupos criminales. Decenas de miles de personas habían sido desaparecidas a la fuerza. El país, concluyeron en un análisis enviado al Congreso, se había ‘convertido en panteón’”.
“López Obrador, un ícono de la izquierda mexicana, fue crítico durante mucho tiempo de la guerra contra el narcotráfico apoyada por Estados Unidos. ‘Que regresen los soldados a los cuarteles’, había insistido. Sin embargo, cuando tuvo que enfrentarse a los niveles más altos de violencia en los últimos 60 años, respondió de la misma manera que sus predecesores: convocó a las fuerzas militares”, agrega The Washington Post.
El Ejército, dice, se encuentra ahora en medio de una de las mayores crisis en las relaciones entre Estados Unidos y México en los últimos años. “Indignado por el arresto en Estados Unidos del exsecretario de la Defensa Nacional por presuntamente ayudar a un poderoso cártel de drogas, el Congreso mexicano aprobó el martes un proyecto de Ley que probablemente obstaculice la cooperación en materia de narcotráfico y otros asuntos penales. López Obrador propuso la legislación”.
“El distanciamiento muestra cómo las autoridades estadounidenses subestimaron el papel cada vez más importante que desempeñan las fuerzas militares de México. Lo que pareció una acción en pro de la justicia para los fiscales estadounidenses fue percibido en México como una acción para debilitar a un aliado. El dramático arresto del General Salvador Cienfuegos en Los Ángeles alarmó a una amplia gama de políticos, a quienes les preocupó que los agentes antidrogas estadounidenses estuvieran penetrando profundamente las instituciones mexicanas, y quizás hasta interviniendo sus propios teléfonos. El caso también resalta lo difícil que es para las agencias de seguridad estadounidenses encontrar socios confiables para las agencias de aplicación de la ley de Estados Unidos”.
Bajo la presión de México, recuerda, Estados Unidos dio marcha atrás y liberó a Cienfuegos, pero eso no ha aminorado la indignación. Luego dice: “Mucho antes del caso Cienfuegos, grupos cívicos y analistas de seguridad expresaron sus preocupaciones por el efecto de la creciente influencia de las fuerzas militares en la joven democracia de México. […] La militarización presenta una serie de riesgos: Los analistas temen que la supervisión civil disminuya a medida que mayor cantidad de actividades gubernamentales sean transferidas a las Fuerzas Armadas. Los soldados entrenados para utilizar una fuerza abrumadora contra un enemigo son acusados regularmente de violación de los derechos humanos”.
“Quizás lo más importante es que es poco probable que la dependencia a los militares resuelva el problema más urgente de México: los grupos criminales que están ganando cada vez más control sobre el territorio del país y desatando violencia extrema. Mientras los líderes se apoyan en las Fuerzas Armadas, no enfocan sus esfuerzos del mismo modo en desarrollar fuerzas policiales profesionales o sistemas judiciales efectivos”, sostiene.
La estrategia de seguridad militarizada de México se remonta a 14 años, cuando el Presidente Felipe Calderón Hinojosa envió soldados a las calles para enfrentar a los cárteles de la droga, recuerda WP.
Las autoridades en ese momento lo describieron como una medida provisional hasta que el país pudiera construir fuerzas de seguridad civiles. Sin embargo, hoy, luego de casi tres quinquenios la violencia no ha cesado en México e incluso se ha diversificado.
De acuerdo con las más recientes cifras de la Secretaría de Seguridad Pública Ciudadana (SSPC), aunque noviembre pasado fue el mes menos violento de lo que va de 2020 se registraron 2 mil 303 asesinatos, lo que significa un promedio de 76 homicidios dolosos cada día.
En esa entrega, además, la SSPC dio a conocer los estados más violentos del país: en primer lugar está Guanajuato, con 334 asesinatos; le sigue Michoacán, con 224 homicidios; el Estado de México, con 216; Baja California, con 158; Jalisco, con 149; Chihuahua, con 113; Guerrero, con 98, y la Ciudad de México, con 93 homicidios dolosos en noviembre.