El culiacanazo, como se llamó al día que el gobierno federal atrapó y liberó a Ovidio Guzmán tras una ola de violencia, aún duele al ejército, a los mexicanos. A casi un año, el gobierno federal no ha dado un golpe que limpie el agravio de ese día, consideran especialistas.
“Sin duda fue un hito ese evento (…) creo que todavía seguimos arrastrando el agravio y la mala imagen. Como que todavía no ha habido un acto reivindicativo, hasta ahorita, del ejército o de la Guardia Nacional y que nos haya hecho olvidar ese evento y que pensemos que las cosas ahora sí podrían mejorar. Creo que seguimos tan pesimistas que como empezamos a estarlo un día después del culiacanazo, donde nos dimos cuenta de que nuestras capacidades ofensivas y de captura frente a una organización importante como Sinaloa pues son muy bajas”, dijo el especialista en seguridad, Eduardo Guerrero, en entrevista con Infobae México.
El 17 de octubre de 2019 ha pasado a la historia como el día en que el Cártel de Sinaloa humilló al Estado mexicano, y es conocido como el culiacanazo. Ese día, fuerzas federales detuvieron a Ovidio Guzmán López, hijo del narcotraficante Joaquín El Chapo Guzmán, acción que desató una guerra provocando pánico entre los habitantes de Culiacán, Sinaloa. La violencia culminó con la liberación del hijo del capo.
“El culiacanazo fue un fracaso (…) bochornoso (…) algo equivalente no ha habido (en lo que va del año). Fue un acto cuestionado en la prensa, cuestionado en el mismo Ejército (…) y por la sociedad civil que no le gusta que el presidente haya liberado a un capo de ese tamaño y menos, también, que el presidente ande saludando amigablemente a la mamá de un criminal”, dijo el especialista en seguridad de la UNAM, Raúl Benítez, a Infobae México.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, aceptó haber dado la orden de liberar a Ovidio Guzmán para salvaguardar la integridad de la población, pues la gente del Cártel de Sinaloa podía provocar daño a la gente inocente, incluidas las familias de los militares.
El culiacanazo provocó el daño de la reputación de una persona y una institución, de lo cual no han podido recuperarse: el presidente López Obrador y el mismo Ejército mexicano.
“El culiacanazo afectó mucho a dos personas. Al propio presidente, por ordenar la liberación de Ovidio, él lo confesó, que fue quien ordenó la liberación de Ovidio. Y al ejército por hacer un operativo muy mal hecho. Después el ejército corrigió la forma de hacer sus operativos y los operativos que ha hecho, sobre todo en el estado de Guanajuato, han sido exitosos”, señaló Benítez.
Otro de los afectados en su reputación fue el secretario de Seguridad Ciudadana federal, Alfonso Durazo. “Fue la abdicación suprema de asumir la responsabilidad por la seguridad en el país, salió a mentir el mismo día del culiacanazo sobre lo que había sucedido”, dijo el especialista en seguridad Alejandro Hope en entrevista con Infobae México.
El culiacanazo dejó mal parado al gobierno mexicano ante la sociedad y en el mundo, en especial con Estados Unidos, a grado tal que se le considera un ridículo del mismo tamaño que las fugas del Chapo Guzmán.
“Realmente sí fue como un día muy negro donde creo que mucha gente dejó de creer en este gobierno en materia de seguridad. Y además, frente al exterior pues, el ridículo fue del tamaño de cuando se fugó el Chapo. Yo creo que los americanos se dieron cuenta de que con este gobierno estaban muy comprometidos los avances en materia de seguridad y se veían muy cuesta arriba el trabajo en materia de seguridad”, dice Eduardo Guerrero.
López Obrador ha dado diversas tareas al Ejército mexicano como la seguridad pública y la construcción del aeropuerto de Santa Lucía pero el culiacanazo dejó un resentimiento a esta corporación, una herida que no ha sanado.
“Algo que sucedió internamente fue que se empezó a generar cierto resentimiento del Ejército con las autoridades civiles por no haber lanzado, inmediatamente, otra ofensiva, un poco para compensar la humillación y la intimidación que sufrieron los militares y sus familiares durante ese día. Creo que debió haber habido una respuesta más contundente a aquellos que se atrevieron a agredir las viviendas de los militares, que facilitaron la fuga de reos”, dice Eduardo Guerrero.