La independencia que Lorena había logrado de la noche a la mañana se esfumó. “Es muy frustrante, me siento muy enojada”, afirma.
Hace apenas cuatro años había regresado al mundo laboral, después de que en 2009 diera a luz a Alejandra, que fue diagnosticada con una condición dentro del espectro autista y Lorena decidiera luchar contra los pronósticos médicos que indicaban que nunca podría caminar.
Pero cuando Alejandra cumplió siete años, en 2016, y luego de mostrar un avance notable en sus terapias, Lorena decidió buscar empleo y regresó a la vida laboral.
“Yo siempre tuve en la mente que tenía que retomar mi carrera, mis estudios, mis objetivos e iba a hacerlo con mi hija”, sostiene.
Pero la pandemia de la COVID-19 truncó sus planes. No solo se quedó sin trabajo en cuanto inició la emergencia sanitaria, también ha tenido que rechazar otras ofertas laborales, pues la misma contingencia le impide contratar a una trabajadora del hogar que también tenía labores en el cuidado de Alejandra y con la suspensión de clases, debe hacerse cargo de la pequeña todo el tiempo.
“A mí me ha costado mucho salir de donde estaba y me refiero a la dependencia económica, a la falta de oportunidades y de pronto me vuelvo a ver en una situación peor que antes… eso me enoja mucho”, afirma.
El caso de Lorena es un reflejo del impacto que la crisis sanitaria de la COVID-19 ha tenido sobre la participación de las mujeres en el campo laboral.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en marzo pasado, cuando inició la crisis sanitaria, la tasa de desocupación de las mujeres era de 3%, es decir, había unas 688 mil mujeres sin empleo y buscando uno.
Sin embargo, para julio, el desempleo entre las mujeres pasó a 6.34%, tuvo un incremento del 110% que se traduce en un millón 245 mil 028 mujeres.
Y aunque para agosto la tasa de desempleo entre las mujeres ha tenido una ligera reducción al ubicarse en 5.16%, después de la crisis sanitaria hay un 72% más de mujeres sin empleo.
En el caso de los hombres, la cifra es menor. La ENOE revela que de marzo a julio la tasa de desempleo subió 60%, —casi la mitad que la de mujeres—. En agosto fue de 5.29%, es decir, un millón 772 mil varones sin empleo y que están en búsqueda de uno.
Expertos entrevistados para este reportaje indican que, en el caso de las mujeres, la pandemia significará un retroceso de 30 años en lo que a su presencia en el campo laboral significa.
“Lo más preocupante es que se pierden empleos formales y se recuperan empleos informales; se pierden empleos definitivos y se recuperan empleos eventuales. Se va deteriorando todo el sector laboral en términos generales, pero los sectores más dañados son las mujeres y los jóvenes”, comentó Francisco Salazar, presidente del Instituto de Política Laboral (IPL).
En el primer semestre del año se perdieron un millón 113 mil 677 empleos formales, de acuerdo con datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), mientras que en el sector informal se estima que el impacto podría haber sido de hasta 10 millones de empleos. En ambas situaciones, las mujeres se habrían visto afectadas en poco más del 60% de los casos.
“Estamos esperando que muchas mujeres altamente capacitadas para trabajar, sobre todo en el sector industrial que está muy feminizado —pues ellas representan la mayor parte de la fuerza laboral—, no van a estar en posibilidad de volver a sus empleos”, alertó Mónica Orozco, integrante de la Red de Cuidados México.
Algunas de las razones, añadió, es que de la noche a la mañana las mujeres duplicaron sus responsabilidades en materia de cuidado y labores en el hogar. Se ven obligadas a quedarse en casa y cuidar de estudiantes que no están yendo a la escuela, atender clases; pero también se les hace responsable de adultos mayores, personas con discapacidad y de quienes se enferman, incluidos los contagios por COVID-19.
Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) alertó sobre la creciente desocupación de las mujeres que ha traído consigo la pandemia. Incluso, dijo, en México más del 50% de mujeres que se quedaron sin empleo o que estarían en disposición de buscar uno, no lo harán porque deben quedarse en casa a cumplir con las labores de cuidado.
“(En México), las mujeres que han desistido de buscar empleo, principalmente por falta de ayuda en el cuidado a infantes, niños, ancianos y enfermos es del 56.5%, esta es una encuesta que realizó recientemente el Inegi y nos preocupa eso muchísimo”, afirmó durante un conversatorio en el que participaron la titular del Instituto Nacional de las Mujeres, Nadine Gasman; y la secretaria de Economía, Graciela Márquez.
Previo a la crisis sanitaria, en América Latina y el Caribe las mujeres dedicaban el triple de tiempo que los hombres al trabajo del hogar y de cuidados no remunerado. En promedio, se trataba de 39 horas semanales, pero tras la crisis sanitaria, la proporción se ha incrementado en un 70% y en algunos casos se ha duplicado.
“Es un evento catastrófico en múltiples dimensiones, en el sentido económico y en la propia autonomía de las mujeres, así como en su salud física, mental y bienestar en general”, reprochó Mónica Orozco.
“Las familias están teniendo que tomar decisiones sobre quién trae la comida a la mesa y quién realiza los cuidados y bueno, tradicionalmente las mujeres somos las cuidadoras por lo que estamos teniendo menos oportunidades de regresar a cualquier tipo de actividad que no sea el cuidado y el hogar”.
Esta situación, además, implica que las mujeres que no eran cuidadoras tendrán que “salir al quite” con esa carga de cuidados, advirtió.
Datos de la Cepal y de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) indican que en este 2020 en América Latina y el Caribe habrá 44 millones de personas desempleadas, de éstas 21 millones serán mujeres, lo que significa ocho millones más que lo reportado en 2019.
¿A qué hora voy a trabajar?
“Cuando me ofrecen trabajo digo ‘pues de necesitar y querer por supuesto que necesito y quiero, pero no me da la vida’, comparte Lorena, quien pudo hacer esta entrevista después de las 21:00 horas, cuando había concluido sus labores de cuidado y hogar.
Luego de titularse, se inscribió a una especialidad para continuar con su formación profesional. En el confinamiento y con el cambio en su rutina, termina sus pendientes académicos, a veces, a las 5 de la mañana “y me tengo que levantar a las 7 u 8 para preparar a la niña para que entre a sus clases a las 8:30 horas”.
Lorena dice que se ha esforzado por darle total espacio a Alejandra y diferenciar cuál es el tiempo de escuela, y cuál el de casa y convivencia familiar, pero el que la niña deba tomar clases en línea la imposibilita de hacer cualquier otra actividad.
“Me implica estar sentada frente a la computadora seis u ocho horas, pero al mismo tiempo la niña está en clase y debo estar atenta al ‘no se oye’, ‘ya me sacó la sala’, ‘es que no le oigo a la maestra’, ‘es que no se ve’”.
“Es sorprendente la forma en la que consume tiempo. No solo son las clases y te desentiendes, no, son también las tareas y actividades que no son el típico ‘siéntate y haz planas de lo que sea’, porque las dinámicas cambiaron y ahora hay que grabar un video y poner escenografía, hacer un guión y ensayarlo, pero el que te salga bien implica grabarlo siete veces y cuando menos ves, ya perdiste dos horas”, dice.
Sin trabajo y sin recibir la pensión por parte del papá de Alejandra —que también perdió su empleo en la pandemia—, Lorena tuvo que solicitar un préstamo en el banco para cubrir los gastos esenciales de junio, julio y una parte de agosto, sin embargo, la situación se ha complicado a tal nivel que valora mudarse de la Ciudad de México.
Como Lorena, en el país hay innumerables historias de mujeres que no sólo perdieron su empleo, sino que, aunque deseen insertarse de nueva cuenta al mercado laboral, no podrán hacerlo.
Esta situación, alertó Geraldina González de la Vega, presidenta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación en la Ciudad de México (Copred), podría traer como consecuencia un incremento en la violencia hacia las mujeres.
“La pandemia sí va a tener efectos graves en cuanto a la independencia y a la autonomía de las mujeres porque nos regresó a la cocina y en muchos casos el impacto en el trabajo hace que nos volvamos dependientes absolutas, normalmente de un hombre, y eso puede tener efectos graves en la exacerbación de la violencia “, comentó.
Según datos de ONU Mujeres, en México sólo el 43% de las mujeres participan en el mercado laboral, en comparación con el 78% de los hombres. Además, la brecha salarial es de entre 15 y 20%.
Este porcentaje, advierte el organismo internacional, llega a subir hasta el 40% cuando se trata de mujeres en puestos de alta dirección.
El trabajo de cuidado es trabajo… sin paga
El futuro de Lorena es incierto.
En las últimas semanas ha sobrevivido con 500 pesos quincenales y ha tenido que ingeniárselas para tener víveres, pues hay días en los que ni siquiera puede acudir al supermercado porque no la dejan pasar con Alejandra, y no tiene ninguna red de apoyo para que alguien la cuide mientras ella se dedica a otras labores.
“Ha sido una situación muy compleja porque desde el primer momento yo dije ‘¿por qué no piensan en las madres solteras?’”.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el 78.4% de los hogares monoparentales están encabezados por mujeres que asumen las responsabilidades económicas y de cuidado de niñas, niños y personas adultas, siendo ellas quienes realizan el grueso de los trabajos no remunerados.
Así fue como optó por hacer sus compras a través de una app, y aunque le resultó funcional ante la imposibilidad de salir, los cobros del servicio son muy altos. Ese dinero, dice, le podría haber servido para comprar la comida de uno o dos días extras.
“Me siento muy molesta, más allá de la preocupación que tengo y la incertidumbre de que no sé qué va a pasar y el estrés de que en una de esas estoy respirando y se me mete algo que me mata, estoy enojada porque siempre he cumplido con mi responsabilidad de cuidar, yo no tengo por qué estarme preocupando por el dinero porque yo cuido cien por ciento”, reprocha.