Cientos de migrantes centroamericanos de una nueva caravana que busca llegar a Estados Unidos desistieron de su objetivo luego de que México amagó con encarcelar hasta por 10 años a quienes ingresen al país violando leyes sanitarias en medio de la pandemia del Coronavirus.
No obstante, otros avanzaban desafiando la medida y un posible contagio.
Los migrantes, principalmente hondureños, emprendieron una nueva marcha multitudinaria hacia Estados Unidos, y el jueves cerca de 3 mil ingresaron a Guatemala tras romper cercos de seguridad. Muchos de ellos se separaron en grupos más pequeños hacia montañas y zonas apartadas para evitar ser devueltos a su país.
Testigos de Reuters explicaron que grupos comenzaban a regresar a la frontera entre Honduras y Guatemala, porque además enfrentan nuevas vicisitudes como el mal clima y escasos apoyos ante la crisis económica que se ha agudizado durante la pandemia Covid-19.
Autoridades migratorias dijeron el viernes que unos mil 900 migrantes avanzaban en territorio guatemalteco hacia la frontera con México. En tanto, el Sistema Nacional de Control Biométrico Migratorio en Honduras dijo que 143 connacionales habían pedido retorno voluntario, 41 de ellos menores de edad.
“Nos estamos regresando porque en la frontera de Guatemala y México el presidente (mexicano) dijo que las normas que nosotros llevamos no eran las correctas y que estamos violentando muchas leyes”, dijo Nelson Aguilera, un migrantes que el jueves se unió, a la caravana en Honduras, junto con su esposa e hija.
Aguilera, que era parte de un grupo de 15 personas, agregó que además estaban deshidratados, algunos lesionados, y que llevaban dos días sin dormir.
“No nos queda de otra”
El Instituto Nacional de Migración (INM) de México dijo que se contemplan sanciones de tres días y hasta tres años de prisión para quienes, “a sabiendas que está enfermo de un mal grave en período infectante, ponga en peligro de contagio la salud de otro”, penas que suben a entre cinco y 10 años en los estados Tabasco y Chiapas, fronterizos con Guatemala.
Más temprano, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dijo que era “muy raro” que se formara una nueva caravana desde Honduras, un país con ‘toque de queda’ y que esto era “mucha casualidad”, advirtiendo que el movimiento pudo estar “montado”.
Imágenes en redes sociales mostraban cómo cientos de agentes del INM se preparaban y formaban vallas a un costado del Río Suchiate, una de las rutas más transitadas por migrantes, principalmente centroamericanos, que quieren llegar a México.
A pesar de las advertencias de México, migrantes procedentes de Honduras y El Salvador, continuaban con sus planes para reunirse a la caravana ya sea a pie o en autobuses pagados por ellos mismos, con la advertencia de viajar en grupos grandes para reducir las posibilidades de ser devueltos a su país.
“No nos queda de otra, con el favor de Dios vamos a llegar, aunque sea vamos a bordear (rodear) más para no tener problemas”, dijo Manuel, un migrante hondureño que omitió su apellido mientras se alistaba para reunirse el viernes a un grupo de la caravana en Guatemala.
Cada año, miles de migrantes centroamericanos que huyen de la pobreza y violencia de sus países arriesgan su vida para llegar a Estados Unidos, en su largo trayecto, que incluye México, muchos de ellos son secuestrados, extorsionados, asesinados o víctimas de múltiples delitos.