Un español de 45 años y trabajador de RT, Carlos Moraga, es el primer extranjero que participa como voluntario en la tercera fase de los ensayos clínicos de Sputnik V, la vacuna rusa contra el SARS-CoV-2. Este domingo recibió la primera dosis del fármaco experimental.

Cuando tuvo conocimiento de que pedían voluntarios, este zaragozano residente en Moscú desde hace ya más de una década, no lo dudó un solo momento. De hecho, en cuanto supo que se iba a desarrollar esta vacuna ya comentó con sus conocidos que cuando estuviera disponible intentaría ponérsela. Así que cuando surgió la oportunidad para formar parte de la fase 3 de los ensayos clínicos, no titubeó: “Era una cosa que tenía bastante clara desde mucho antes de tener la posibilidad de hacerlo. Quiero volver a una vida normal y para mí el camino más rápido era este y había que aprovecharlo”, resume.

El proceso de captación de voluntarios en el que participó Moraga fue abierto por el Ayuntamiento de Moscú y recibió una respuesta masiva con más de 60.000 solicitudes. En un primer lugar estaban llamados los moscovitas y después se abrió al resto de ciudadanos rusos, para, posteriormente, incluir también a extranjeros.

Sin síntomas y con seguimiento diario

Desde que se puso la primera dosis este domingo, Moraga todavía no ha experimentado ningún síntoma adverso, ni fiebre ni otros, como sí han tenido otros participantes en este ensayo. Todavía es pronto. Algunos de los voluntarios han experimentado algunos síntomas unas horas después. Pero además, también existe la posibilidad de que le hayan suministrado placebo. Alrededor del 30 % de las personas que colaboran desinteresadamente con esta investigación no recibirán una toma de la vacuna, sino que servirán como grupo de control para comparar los resultados.

“Espero que no lo sea. Me gustaría pensar que lo que me han puesto es la vacuna y que de todo esto se va a sacar información útil para llegar a una solución a todo lo que estamos pasando”, apunta Moraga, puesto que se espera que este fármaco proporcione inmunidad por un periodo de hasta dos años.

Para poder ser uno de los 40.000 voluntarios que participarán en esta tercera fase y que harán posible el desarrollo de Sputnik V, este español ha tenido que someterse a unas pruebas médicas en las que se descarta a personas que tengan alergias fuertes o que padezcan determinadas enfermedades crónicas. Por supuesto, también se ha tenido que comprobar que no han padecido covid-19.

Desde este domingo, Moraga está recibiendo un seguimiento que en estos inicios está siendo diario, pero que poco a poco tendrá plazos algo mayores: cada cuatro días y cada semana. El proceso dura en total 180 días, pero el siguiente paso importante llegará dentro de tan solo tres semanas, cuando le suministren la segunda dosis de la vacuna si ha desarrollado anticuerpos.

“Yo lo que no entiendo es por qué alguien no participa”

Sputnik V está concebida como una vacuna en dos fases, lo que se conoce como ‘prime-boost’, es decir, que necesita de dos dosis para conseguir toda su eficacia. Con la primera toma se inicia la respuesta inmunológica y se deben desarrollar anticuerpos contra el SARS-CoV-2, y con la segunda dosis se deben potenciar sus efectos.

Moraga, como el resto de los voluntarios, estará controlado sistemáticamente por el personal sanitario, incluso llevando una pulsera, que mide cada uno de sus datos biométricos, conectada a una aplicación que recopila todos los parámetros sobre el estado de salud de cada participante.

Durante los primeros días tras recibir la primera dosis se aconseja no realizar ejercicios físicos intensos, y posteriormente, durante el tiempo que dure el ensayo, se recomienda beber con moderación. Además de eso, la única prohibición explícita es la de ponerse la vacuna contra la gripe durante los treinta días siguientes a haber recibido una dosis de Sputnik V.

Si durante todo este proceso alguno de los participantes se contagiara de coronavirus hay todo un protocolo especial diseñado exclusivamente para tratar en ese caso a los voluntarios que están probando este medicamento.

“Conociendo los posibles riesgos y el posible beneficio de aplicarse la vacuna, yo lo que no entiendo es por qué alguien no participa. No puedo entenderlo”, sostiene Moraga.

Desde que explotó la pandemia de coronavirus ya se han contabilizado más de 33 millones de casos en todo el mundo y casi un millón han fallecido con covid-19. Rusia, que ya ha superado el millón de contagios y las 20.000 muertes, es uno de los países que cuenta con un proyecto de vacuna más avanzado, que se espera que pueda estar disponible para el público general a partir del 1 de enero de 2021, tras habérsela suministrado de manera prioritaria a sanitarios y profesores rusos.