Con 72 años de edad, enfermo de diabetes, buscado en México y Estados Unidos, además de una lucha interna en el Cártel de Sinaloa, Ismael “El Mayo” Zambada García, no se encuentra en el mejor de los escenarios.
El lugar donde se esconde puede resultar seguro por su casi imposible acceso, el Triángulo Dorado (la confluencia de los estados de Chihuahua, Durango y Sinaloa), pero su estado de salud permite prever que “puede morir en cualquier día y sin pisar la cárcel”, así lo señaló Mike Vigil, ex director de Operaciones Internacionales de la Agencia Antidrogas Estadounidense (DEA, por sus sigles en inglés).
En entrevista con Infobae México, Vigil señaló que a Zambada García nunca lo sacarán de esa zona en la que se mueve libremente y a la que es difícil acceder, incluso en helicópteros.
“Nosotros (la DEA) montamos dos operativos para buscar al Chapo en esa zona después de su boda con Emma Coronel y es casi imposible llegar, podría tardar muchas horas porque hay zonas donde no hay carreteras, no hay caminos y si llegas por helicóptero alertas a los sicarios que tienen entre 10 y 15 minutos para esconderse”, expresó.
“Si lo haces por tierra, tienes que pasar por los distintos anillos de seguridad, y la gente que vive en los poblados inmediatamente le avisa al cártel. Casi estoy seguro que donde está escondido, el Mayo se mueve a caballo y a caminando”, agregó.
Para el ex agente de la DEA, a pesar de todo el dinero que pudiera tener el Mayo, la atención médica que estaría recibiendo es precaria ya que no le conviene llegar a profesionistas especializados porque entre menos gente sepa y conozca el lugar donde está escondido, es mejor para él.
A diferencia del Mayo, Nemesio Osegura Cervantes, cabecilla del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), quien construyó un hospital en la sierra jalisciense, siempre se esconde en lugares cercanos a la Zona Metropolitana de Guadalajara, lo que le permite un acceso rápido a servicios médicos especializados en caso de necesitarlo.
“Yo he andado en el Triángulo Dorado, en esos lugares no tienen electricidad, toman agua de los ríos, la vida es difícil”, aseguró.
“El Mayo va a tener una muerte tranquila y sin pisar la la cárcel, puede morir cualquier día, por eso hay conflicto entre él y los hijos del Chapo Guzmán, porque los chapitos saben que deben tener un control absoluto del cártel antes de que se muera, porque si no lo tienen, ya una vez muerto el Mayo será difícil que asuman el mando”, dijo.
Agregó que el Mayo Zambada siempre “está en la oscuridad”, al igual que Juan José Esparragoza Moreno “El Azul”, otro de los fundadores del Cártel de Sinaloa, quien presuntamente falleció en 2014, pero que hasta ahora nadie ha podido confirmar su muerte.
“Tengo pánico de que me encierren”, confesó Zambada García en abril de 2010 al periodista Julio Scherer, en la única entrevista que ha dado para hablar sobre su liderazgo frente al Cártel de Sinaloa.
Desde hace al menos 10 años, se ofrecen alentadoras recompensas por información que lleve a la detención de ‘El Mayo’: USD 5 millones es la oferta del Departamento de Estado estadounidense; hasta 30 millones de pesos, es lo que prometen en México.
Presuntamente enfermo de diabetes, es un narco respetado, incluso por “El Mencho”, pues supuestamente, por intervención suya, el jefe del CJNG decidió dejar libres a los hijos de Guzmán Loera, tras secuestrarlos en 2016, sin hacerles daño alguno, y gracias a su presencia, se ha contenido para disputar de manera violenta la plaza de Sinaloa.
“El Mayo” Zambada nació en 1948 en Sinaloa, en una pequeña comunidad de Culiacán conocida como El Álamo. Unos dicen que el día 1 de enero, otros que el 7, vaya a saber. Con “El Mayo” sucede que, a diferencia de otros narcotraficantes como su socio y compadre Joaquín “El Chapo” Guzmán, hay muy poco sobre su vida personal y sus comienzo en el mundo de las drogas.
En la Librería del Congreso de Estados Unidos hay registros que lo describen como “un ex granjero con un amplio conocimiento agrícola y botánico”, que aprendió cómo “enganchar su negocio al de otras organizaciones más grandes” para involucrarse en el tráfico de drogas.
De sus primeros vínculos con los grupos que dominaban el negocio de las drogas, se dice que comenzó en la adolescencia, a los 16 años tal vez, protegido por otros dos narcos: Ernesto Fonseca Carrillo, “Don Neto”, y Miguel Ángel Félix Gallardo, “El Jefe de Jefes” o “El Padrino”, los dos fundadores del Cartel de Guadalajara, la más importante organización criminal en los años 80, a la que pertenecía también Rafael Caro Quintero.