La industria cosmética en América Latina, que factura al año más de 63,200 millones de dólares, sigue adelante en su transformación para dejar de ser un “patito feo” ante los ojos de los críticos luego de que Colombia se convirtiera esta semana en el primer país de la región en prohibir las pruebas en animales, aunque algunas regiones de otros, como Brasil, ya habían abierto el camino.
Para nadie es un secreto que detrás de la elaboración de buena parte del maquillaje, las cremas antiarrugas, los champús y los bronceadores, entre otros artículos disponibles en el mercado, hay una dolorosa realidad en la que millones de animales en el mundo son utilizados para hacer testeos que garanticen que los productos puedan ser usados por los humanos sin correr peligro.
Si bien los defensores de los animales han denunciado la crueldad de estas prácticas por medio de la difusión de impactantes imágenes de conejos, ratones y monos con los ojos ensangrentados y la piel quemada, las leyes para prohibir o regular su uso aún escasean en la región.
Mientras tanto, cifras de la Unión Británica contra la Vivisección (disección practicada en un animal vivo) indican que más de 115 millones de vertebrados se usan cada año en esos experimentos a nivel mundial.
Colombia marca la pauta
Mediante la Ley 2047 del 10 de agosto de 2020 Colombia se convirtió en el primer país de América Latina en prohibir las pruebas de cosméticos en animales, uniéndose así a otras 40 naciones, entre ellas Reino Unido, Nueva Zelanda e Israel, que le han puesto la cara a esa problemática.
Con el objetivo de garantizar el cumplimiento de la ley, que entrará en vigencia en cuatro años, el gobierno del país cafetero creará incentivos para el fortalecimiento de los laboratorios e instituciones de investigación “que desarrollen y apliquen modelos alternativos” que eviten el uso de esos testeos.
La ley contempla, sin embargo, dos excepciones: “cuando un ingrediente tenga que ser sometido a pruebas de seguridad por riesgos de salud o al ambiente y no existan alternativas validadas por la comunidad científica internacional”, y “cuando los datos generados a través de pruebas en animales para un ingrediente se hayan realizado para otro propósito diferente al cosmético”.
A pesar de ello, este hecho posiciona a Colombia como “líder en el avance de los derechos de los animales en América Latina”, dijo a Efe Alicia Aguayo, directora de la organización PETA Latino, la más grande del mundo, con unos 6.5 millones de miembros.
Para la vocera de la entidad estadounidense, el gobierno deberá hacer “cumplir enérgicamente” la ley, pero debido a las excepciones “cuando los consumidores compren cosméticos y productos de cuidado personal se hace necesario que usen la base de datos Global Beauty Without Bunnies de PETA, donde encontrarán las compañías que prueban y no prueban sus productos en animales”.
Habla la industria
Aunque es valioso el propósito de Colombia, el camino que debe recorrer la región es largo y difícil, más si se tiene en cuenta que, según el Consejo de la Industria de Cosméticos, Aseo Personal y Cuidado del Hogar de Latinoamérica (CASIC), el mercado mueve en esta parte del planeta aproximadamente 100,000 millones de dólares anuales.
De esa cifra, en 2018 solo las ventas de la categoría de cosméticos fueron de 63,200 millones de dólares.
En Colombia, la cadena de tiendas Bella Piel, que comercializa 1,900 referencias de productos dermocosméticos en 65 locales, recibió con gusto el anuncio del Gobierno.
Al respecto, Norma Páez, directora técnica de la compañía, aseguró a Efe que “Bella Piel estaba preparada desde hace años para ese importante paso ya que todos sus productos están libres de testeo en animales”.
Para lograrlo, explicó que los laboratorios aliados, tanto nacionales como extranjeros, “han transformado su manera de producir usando nuevas tecnologías que permiten hacer las pruebas de corrosión y de sensibilidad sin utilizar animales y sin perjuicio del avance científico”.
De este modo, Páez consideró que “la Ley 2047 va a favorecer la categoría cosmética en Colombia y de paso en toda Latinoamérica, puesto que la mayoría de las personas en la actualidad están muy atentas a usar productos que no vayan en contra del medioambiente ni de la integridad de ningún ser vivo”.
Preocupa el caso de México
En Latinoamérica preocupa especialmente lo que ocurre en México, ya que no está prohibida la experimentación en animales ni tampoco regulada.
De acuerdo con estimaciones de la organización Animal Heroes, unos cinco millones de animales sufren este tipo de maltratos anualmente en el país.
Según datos oficiales, la industria cosmética de México, que vende 10.000 millones de dólares al año, ocupa el tercer lugar en producción en América, después de la de Estados Unidos y Brasil.
Por lo anterior, es una esperanza que esté pendiente de ser aprobada en la Cámara de Diputados una ley que regula el uso de animales vivos en la producción, investigación, fabricación y desarrollo de cosméticos, y que propone una pena de dos a siete años de prisión y una multa de unos 7.700 dólares para quienes participen en los polémicos procedimientos.
Sao Paulo lleva la batuta en Brasil
En Brasil, el uso de animales para las pruebas de cosméticos no está prohibido ni existe una ley de cobertura nacional, aunque algunos estados sí cuentan con legislaciones propias, como es el caso de Sao Paulo, Minas Gerais y Amazonas.
El movimiento brasileño que pretende eliminar estas prácticas ganó fuerza desde 2013 cuando decenas de activistas irrumpieron en un laboratorio del Instituto Royal y denunciaron los malos tratos, y en enero de 2014 Sao Paulo se convirtió en el primer estado en decirle no al uso de animales para la producción de cosméticos, fragancias y productos de higiene personal.
Asimismo, desde el año pasado esas prácticas se hicieron más difíciles en el gigante suramericano porque terminó el plazo de cinco años que dio el Consejo Nacional de Control de Experimentación Animal para que los laboratorios adoptaran métodos alternativos en los que no haya animales.
Crece el movimiento “Libre de Crueldad” en Sudamérica
El movimiento “cruelty free” (libre de crueldad), que está en contra de la tortura animal en nombre de la cosmética, crece en el sur de América.
Un ejemplo de ello es lo que ocurre en Argentina, en donde numerosas entidades y ONG realizan campañas en contra de dichas pruebas y día a día aumenta la oferta de productos de belleza “veganos”.
Aún así, a la fecha ningún proyecto de ley de los que se han presentado ante el Congreso para prohibir los testeos en animales ha sido aprobado y la práctica continúa habilitada.
Lo mismo pasa en Chile, en donde actualmente no hay una sola ley que regule o prohíba las pruebas en el ámbito privado ni mucho menos para la elaboración de cosméticos, una situación que la ONG No Más Vivisección lleva un tiempo denunciando.
Sin embargo, a principios de 2019 existían 45 marcas con un certificado “cruelty free”, otorgado por la también chilena ONG Te Protejo.
Finalmente, en Bolivia nació hace dos años una red “cruelty free” que tiene base en La Paz y reúne a una veintena de emprendimientos de cosmética y alimentos en cuyo proceso de elaboración está descartada la crueldad animal.
Consultado por Efe, el activista Víctor Gironda, quien es parte de la red, aseguró que la organización además de fomentar los negocios amigables con el medioambiente “denuncia los experimentos que realizan las multinacionales con animales para crear conciencia sobre estas prácticas” y lograr, algún día, su abolición.