Brasil informó el viernes pasado su nuevo récord de 24 horas para nuevos enfermos por coronavirus: 1,032,913 casos confirmados, indicador de que la nación sudamericana podría superar a Estados Unidos como el país más afectado del mundo este verano.
Los expertos dicen que la actitud anti-científica del presidente Jair Bolsonaro hacia el virus y la resistencia a las medidas de distanciamiento social han contribuido significativamente a la propagación acelerada de Covid-19 y su creciente número de muertos.
Los 54,771 nuevos casos reportados el viernes elevan el total confirmado del país a 1,032,913. El total de muertes oficiales debidas al coronavirus llegó a 48,954.
Los expertos dicen que el número de casos reales en Brasil es probablemente significativamente mayor. Alexandre Naime Barbosa, profesor de medicina en la Universidad Estatal de São Paulo, dijo a NBC News que cree que hay “informes menores de una magnitud de cinco a 10 veces”.
A principios de junio, el Ministerio de Salud de Brasil eliminó el total acumulado de casos y muertes, y en su lugar solo mostró datos sobre nuevos casos y muertes las 24 horas.
Bolsonaro tuiteó que el cambio en los datos disponibles se debió a que “los datos acumulativos, además de no mostrar que la gran parte [de los pacientes] ya no tiene la enfermedad, no representan el momento del país“.
Pero la medida recibió una reacción violenta, y la Corte Suprema de Brasil dictaminó que el gobierno tenía que informar datos completos, según CNN.
Según un modelo de seguimiento de la Universidad de Washington, Brasil podría superar a los EU, con el mayor número de muertes por coronavirus en el mundo el 1 de agosto, informa CNN.
El modelo predice que el número de muertos podría romper la marca de 100,000 en menos de un mes.
Los expertos dicen que gran parte de la crisis actual puede atribuirse al estilo de liderazgo y las decisiones políticas de Bolsonaro.
Bolsonaro siempre ha minimizado el virus, calificándolo de “pequeña gripe”. El presidente también ha desafiado con frecuencia las pautas de distanciamiento social de su propia administración, alentado manifestaciones masivas.
En otras palabras, al igual que la retórica de Trump sobre el virus en los Estados Unidos, Bolsonaro convirtió la crisis del coronavirus en su país en una guerra cultural polarizante.