Pyonyang ha enviado soldados a puestos de guardia fronterizos con el Sur que permanecían desocupados desde 2018, tras anunciar que remilitarizaría la divisoria en respuesta al envío de propaganda contraria al régimen.
Desde última hora del miércoles se han avistado soldados siendo desplegados en estos puestos en torno a la llamada zona desmilitarizada (DMZ), la franja de cuatro kilómetros de ancho que separa ambos países, según informaron fuentes militares a la agencia local de noticias Yonhap.
El miércoles, el Estado Mayor norcoreano confirmó que volvería a ocupar estos puestos de guardia, vacíos desde que Seúl y Pyonyang firmaron en septiembre de 2018 un acuerdo para rebajar la tensión militar en la frontera, un pacto que entonces se consideró un enorme avance para dos países que técnicamente siguen en guerra.
En total se estima que Corea del Norte tiene unos 150 de estos puestos de guardia fronterizos y se sabe que vació al menos una decena tras el acuerdo.
Seúl retiró soldados de otros 10 de sus puestos.
El ejército norteño también dijo que enviará contingentes al entorno de la ciudad de Kaesong (suroeste) y el Monte Kumgang (sureste), dos puntos simbólicos junto a la frontera que albergan proyectos de cooperación intercoreana hoy inoperantes, y que realizará “todo tipo de ejercicios militares” junto a la divisoria.
Algunos medios surcoreanos también informaron hoy de que, según fuentes anónimas, se han visto alrededor de 100 soldados en Kaesong, donde se situaba la oficina de enlace intercoreana que el Norte detonó el martes para protestar contra el envío de propaganda mediante globos por parte de activistas desde el Sur.
Cuando las Fuerzas Armadas norteñas anunciaron sus planes el miércoles el Estado Mayor Conjunto surcoreano mostró su “profunda preocupación” y dijo que si el Norte “activa esas medidas, de seguro pagará un precio por ello”.
Aunque la suelta de globos con propaganda técnicamente viola el pacto militar de 2018, los analistas creen que el régimen ha encontrado en estos envíos una excusa para endurecer una estrategia de presión originada en la fracasada cumbre sobre desnuclearización de Hanói en 2019 entre Pyonyang y Washington, en la que el Norte no logró el levantamiento de sanciones.
Con el incremento de la tensión, Pyonyang estaría buscando forzar el reinicio del diálogo para tratar un relajamiento de las sanciones que ahogan su economía, afectada ahora también por la pandemia.