Una niña no podía contener el llanto y se movía el crubrebocas para secarse las lágrimas mientras escuchaba gritar con firmeza el nombre de su tío Joel Saraos Ríos, de 32 años, un agente de la policía municipal de Tijuana, Baja California, que falleció luego de que un hombre le enterró un cuchillo en el párpado del ojo izquierdo.
Durante el funeral, en la mampara resaltaba el nombre del uniformado con la leyenda “Honras Fúnebres”.
A un costado estaba un par de coronas con su nombre y una fotografía, en donde aparece ataviado con el uniforme que vistió los últimos cinco años.
La única hija de Saraos, su padre, sus hermanos, primos y sobrinos acudieron al funeral, en donde se enteraron que la Fiscalía General del Estado (FGE) dejó en libertad al presunto asesino.
El secretario de Seguridad y Prevención Ciudadana (SPC), Jorge Ayón Monsalve, leyó el parte de novedades para describir cómo casi a la media noche del 24 de mayo, Joel y otro de sus compañeros acudieron a la colonia 10 de Mayo, una de las más conflictivas al noreste de la ciudad.
Decían que un hombre se allanó una vivienda. Cuando llegaron, el propietario de la casa les contó que eran dos hombres armados con cuchillos. Entraron al patio y ahí estaba una joven, quien les advirtió que una de las personas estaba muy agresiva. Les permitieron revisar al inmueble.
“Se dirigieron a la habitación, donde el hombre se resguardaba y al momento de abrir la puerta se abalanzó sobre ellos”, recordó el capitán Ayón Monsalve. Los sorprendió, detalló, e hirió “en el rostro al oficial Saraos con un arma blanca”, mientras su compañero logró inmovilizar al presunto agresor.
Le enterró un cuchillo en el párpado izquierdo, fue tan profundo y rápido que la navaja se trozó.