Por: 5to Elemento
Quizá el máximo orgullo del empresario Ricardo Salinas Pliego, el programa de las Orquestas Infantiles y Juveniles de TV Azteca es presentado como un “modelo” de intervención filantrópica-empresarial.
No es así. Es, en realidad, un programa privado que año con año se alimenta de cientos de millones de pesos de recursos públicos que provienen del Congreso, de secretarías de Estado, de empresas públicas, de más de 20 gobiernos estatales y de un puñado de municipios.
Una exhaustiva investigación de Quinto Elemento Lab desarrollada durante ocho meses, con decenas de peticiones de acceso a la información al gobierno federal, a la Secretaría de Cultura, a los 32 gobiernos estatales y a decenas de municipios, así como una revisión de los reportes entregados por la Fundación Azteca a las autoridades hacendarias, muestra que el programa insignia de TV Azteca no existiría sin dinero público.
Las donaciones y aportaciones hechas durante una década por los gobiernos y el Congreso a la Fundación TV Azteca suman al menos mil 700 millones de pesos y han corrido a la par de un drástico recorte al presupuesto público destinado a la cultura.
La síntesis de esta política pública se refleja en el siguiente dato: los recursos asignados a la ahora Secretaría de Cultura han tenido un recorte de 60 por ciento entre 2012 y 2018.
El florecimiento de las Orquestas y Coros Infantiles Esperanza Azteca –existen 86 en el país, integradas cada una por 200 niños y adolescentes– ha ido de la mano de la cancelación de festivales de teatro, música, danza y cine, la desaparición de orquestas sinfónicas, la difícil sobrevivencia de la mejor escuela de cine de México, la reducción a la mitad del presupuesto de la red de librerías públicas en todo el país, entre otros fenómenos.
No sólo eso, sino que la Secretaría de Hacienda ha aprobado la entrega a las Orquestas Azteca de decenas de millones de pesos más de las cantidades que los diputados asignan.
A las Orquestas Esperanza Azteca llegan muy escasos pesos de la bolsa de Salinas Pliego, considerado el quinto hombre de negocios más acaudalado de México. Ese programa filantrópico privado vive, en realidad, de los recursos de los mexicanos.
Y eso, sostienen quienes critican el modelo, es la antifilantropía. “Una filantropía a la inversa: el gobierno subsidia al empresario. Es un fraude al Estado”.
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