Islandia está a la cabeza de la lista de los mejores países para que vivan las mujeres. Fue el primero en elegir a una mujer como presidenta y también ha sido pionera en cerrar por ley la brecha salarial. No es de extrañar si se tiene en cuenta que ya en 1975 se celebró allí una huelga feminista parecida a la que está convocada para este 9 de marzo en México.
Muchos de los niños que nacieron en Islandia en los años 80 crecieron sin ver a un hombre como presidente. En 1980, Vigdís Finnbogadóttir, una madre divorciada, llegó al poder. Sólo Sri Lanka tuvo una mujer como presidenta antes que Islandia, aunque no fue elegida democráticamente. ¿Qué factores se dieron para que hace 38 años la isla optase por una opción política que reclaman hoy en día millones de personas en otros países del mundo?
Uno de los precedentes fue el llamado “Día Libre de las Mujeres”. 1975 había sido declarado por la ONU el Año Internacional de la Mujer y un grupo de feministas islandesas pioneras llamado Red Stockings (medias rojas) tuvo una idea: ¿Y si paramos el país?. Su argumento: si las mujeres paran, se para todo. Por aquel entonces, el sueldo de los hombres islandeses era un 40% más alto que el de sus compañeras y el número de mujeres en el Parlamento no superaba el 5%.
Esta iniciativa tuvo gran revuelo y fue muy debatida. Finalmente, se bautizó el día como “Día Libre de las Mujeres” y el 90% de las mujeres del país secundaron la huelga. ¿Qué significó eso en un país de 220.000 habitantes? Pararon los bancos, el transporte, las guarderías, las fábricas, las cajeras… Y todas ellas salieron a la calle. La concentración más grande fue la de Reikiavik, a la que acudieron 25.000 personas. Este día supuso un antes y un después para la vida de las mujeres en la isla.
En la concentración, miles de mujeres clamaban por la igualdad. Fue intergeneracional y muchas de ellas aún recuerdan la ropa que llevaban aquel día. Otras admiten que se emocionaron y lloraron en silencio durante la lectura del manifiesto en la capital.
¿Y los hombres?
Como contaba la expresidenta Vigdis Finnbogadottir en una entrevista con la BBC, esa huelga fue el primer paso entre para la emancipación de las mujeres. Pero también fue un día diferente para los hombres del país: debido al cierre de lugares de cuidado y dependencia, así como de institutos y escuelas, hubo hombres que tuvieron que llevarse a sus hijos al trabajo (los que lograron llegar), otros que se encargaron de las tareas del hogar y otros de las personas dependientes.
“Escuchábamos a los niños jugar mientras los locutores hablaban en la radio”, explica. Algunos medios llegaron a cerrar o a sacar la edición en papel mucho más corta que un día normal.
Aquel paro cambió completamente la manera de pensar de los islandeses y se puso en valor el papel de las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad. Efectivamente, las mujeres islandesas pararon el país. Cinco años más tarde de la huelga, Vigdis Finnbogadottir venció a tres candidatos y se convirtió en la primera presidenta mujer elegida democráticamente. Los hombres, lejos de enfadarse, vivieron aquello también con mucho interés y las empresas se organizaron y prepararon para poder cubrir los servicios mínimos.
Muchos recuerdan durante estos días la huelga de Islandia y hacen referencia a la misma. Es poco comparable, ya que parar una isla de 220.000 personas no es lo mismo que “parar el mundo” o parar España, con 46 millones de habitantes. Pero la huelga sí que es similar: las mujeres quieren mostrar lo que valen. Porque, sin nosotras, el mundo no avanza.