Por: Álvaro Cepeda Neri | Contralínea
I. Dirán los lectores si esa entidad del noroeste de nuestra geografía, Sonora, es la única entidad presa de las violencias más dramáticas; cuando en todo el país (primero con Felipe Calderón, luego con Enrique Peña y ahora con Andrés Manuel López Obrador), hay una generalizada insurrección de las delincuencias que, ante la evangelizadora política del actual régimen morenista, se han apoderado aún más de las vidas y patrimonios de los mexicanos. Pero lo que está pasando de Cajeme a Bavispe es para tener un ejemplo de lo mal que estamos como nación; pues los narcotraficantes, sus sicarios (matones con potentes armas) y el resto de quienes viven de robar, cometer toda clase de feminicidios, abusos sexuales, desapariciones y secuestros, mandan e imponen su “ley” de terror. Así que Sonora, a pesar de la desgobernadora Claudia Pavlovich (y su esposo haciendo de las suyas al amparo de la impunidad), padece una sangrienta inseguridad que coloca a Cajeme como el quinto municipio más violento. Y Bavispe se ha sumado a esa lista con el artero ataque de 40 sicarios a la familia LeBaron.
II. Por este hecho, López Obrador quiere que se construya un monumento, cuando lo que se exige es dejarse de cuentos y que policías, militares, marinos y esa Guardia Nacional actúen como tales para que la paz social sea una realidad. Los LeBaron han agradecido al presidente de la República sus visitas; pero demandan la máxima seguridad para el norte sonorense y su colindancia con el estado de Chihuahua (entidad con otro desgobernador: Javier Corral) y hacer a un lado las promesas esperando que la tranquilidad social caiga buenamente del cielo, en lugar de que el máximo orden social sea impuesto sin contemplaciones milagrosas. Lo que está sucediendo en Bavispe y Cajeme es lo que está sucediendo en todo Sonora y el resto del país. Los delincuentes se encuentran a sus anchas ante los llamados presidenciales para que se porten bien, cuando ellos son la escoria que no entenderán ya que sus actividades son las que les permiten saciar sus instintos homicidas y vivir del robo. De tal manera que al imponer ese terror se han convertido en la antisociedad.
III. Es muy claro que en Sonora y el resto de la nación, todas las violencias son lo que la reportera Cristina Gómez Lima (La Jornada: 14/I/20) ha informado en su amplísima nota. Mientras tanto, la desgobernadora Pavlovich tiene en quiebra al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales, conocido como Isssteson; al grado de que presenta un déficit de más de 2 mil millones de pesos y se anuncia su quiebra, con todo y que la OCDE haga un préstamo, dice Víctor Hugo Arteaga (El Financiero: 14/I/20). Es decir, que Sonora está cayendo al fondo de todos sus males, empezando por su mal gobierno y la violencia que culminó en la masacre de Bavispe. El lópezobradorismo va y viene por todo el país y los mexicanos le expresan sus quejas de que las violencias son el gran desastre social. Y la respuesta es que llegará la tranquilidad. Lo cual no es cierto. Tenemos el gobierno de la delincuencia con su ley del más fuerte, y el gobierno está en espera de milagros.
Álvaro Cepeda Neri