La Encuesta Nacional sobre la dinámica de las Relaciones en los Hogares 2016 (ENDIREH) reveló que al menos 4.4 millones de mujeres de entre 15 años o más fueron víctimas de abuso sexual. Según la averiguación los principales agresores son tanto los tíos como los primos de las víctimas.
El estudio realizado en el 2016 reveló que los principales agresores sexuales de chicas de 15 años fueron personas cercanas a su núcleo familiar: tíos y primos.
- Tío (a): 20.1 por ciento
- No familiar, conocido, vecino: 16.0 por ciento
- Primo (a): 15. 7 por ciento
- Desconocido: 11.5 por ciento
- Hermano (a): 8.5 por ciento
- Padrastro/ Madrastra: 6.3 por ciento
- Abuelo: 3.37 por ciento. (Vía: INEGI)
Esta investigación también arrojó que durante el 2016 el 10.3 % de las mujeres de 15 años y más fueron víctimas de una agresión sexual cometida por algún miembro de su familia sin tomar en cuenta a su pareja sexo-afectiva.
También se informó que al menos el 8.1 por ciento de las mujeres había sufrido violencia emocional en su entorno familiar.
Las agresiones registradas fueron las siguientes:
- Tocamientos y roces sin consentimiento: 6.4 %
- Intentaron forzarla a tener relaciones sexuales: 3.9 %
- La obligaron a mostrar alguna parte de su cuerpo: 3.0 por ciento
- Forzaron un acto sexual a cambio de dinero o regalos: 0.8 por ciento
- La obligaron a mirar escenas o actos sexuales: 0.8 por ciento. (Vía: INEGI)
¿Qué le sucede a una víctima de abuso sexual durante la infancia?
La agresión sexual podría dejar secuelas tanto psicológicas como emocionales y físicas en la víctima. También se asocia con problemas sexuales y reproductivos que se manifiestan de manera inmediata o en años posteriores a la agresión.
“El delito quiebra, fractura la vida de una persona que padece la violencia. Se produce un cambio existencial en la vida de la víctima relacionada a sus costumbres, a sus hábitos, a su mirada hacia las personas que afectan sus relaciones de confianza, su seguridad familiar, social y cultural”. (Vía: La violencia sexual contra las mujeres)
Existen diversos prejuicios y estereotipos de género que revictimizan a los menores de edad y, en cierta medida, hacen que el proceso de superación sea más difícil.
En el protocolo para la Prevención del Abuso Sexual en Niñas, Niños y Adolescentes del 2017 se explica que se le suele dar más credibilidad al testimonio de abuso sexual de los niños que el de las niñas.
Se piensa que el abuso sexual infantil en niños tiene como consecuencia la homosexualidad, mientras que en niñas se ve como algo traumático, pero que no trunca su desarrollo.
En el caso de las niñas, se les culpabiliza por el abuso sexual, “por no darse a respetar”:
“Se piensa que son ellas quienes seducen y/o provocan a los agresores, considerándolas como personas incapaces de resistir y controlar, sus impulsos sexuales, minimizando de esta manera la responsabilidad del agresor y traspasándola a la víctima”. (Vía: Protocolo para Prevención de Abuso sexual Infantil)
El estudio explica que a los niños no se les culpa por las agresiones sexuales, pero:
“Las expectativas que tenía la familia tienden a destruirse, especialmente en lo que se refiere a sus estudios y posibilidades laborales.” (Vía: Protocolo para Prevención de Abuso sexual Infantil)
Al visualizar este panorama no resultaría tan conflictivo entender por qué la cultura de la denuncia no es tan generalizada, éstas son algunas de las causas de la falta de denuncias:
- Se trató de algo sin importancia
- Miedo a las consecuencias o amenazas
- Vergüenza
- No sabía cómo denunciar
- Pensó que no le iban a creer o que la culparían (Vía: INEGI)
Expertos concuerdan con que la mejor manera de evitar un abuso sexual es la prevención integral mediante hábitos y ambientes saludables, condiciones de desarrollo individual y colectivo regulados.
Los agresores sexuales no sólo son los tíos y primos de los menores de edad, podría ser cualquier persona, por ende, la importancia de crear un ambiente seguro para la crianza de niños y niñas.