Frida Mendoza | La Silla Rota

Este domingo 26 de enero sí hubo show en la marcha por la Paz, tal como temía el presidente Andrés Manuel López Obrador. Pero no corrió a cargo de los organizadores o integrantes de la marcha, sino que fue cortesía de simpatizantes lopezobradoristas.

A la llegada del contingente al Zócalo, luego de rodear por Plaza de la Constitución, al ingresar a la zona frente a Palacio Nacional comenzaron los problemas. El avance de la marcha, encabezada por integrantes de la familia LeBarón y el poeta Javier Sicilia, pero también por familiares de víctimas de la violencia, comenzó a ser lento. Pero al centro de ese lado de la plancha, a la altura de la entrada de Palacio, un contingente de unas 100 personas, compuestos por hombres y mujeres, en su mayoría canosos y de rostro arrugado, comenzaron a acercarse a la marcha y a gritar “Es un honor estar con Obrador”.  

Comenzaron los empujones en su intento de acercarse a la vanguardia de la marcha, que tenía un cordón de seguridad. Pero los simpatizantes lopezobradoristas empezaron a empujar a representantes de medios de comunicación, a quienes insultaron con gritos de “chayoteros” y a los LeBarón les gritaron “Fuera, fuera” y los llamaban traidores o les exigían “Vete a tu país”.

Se veía a un hombre de boina gritar “chismosos” a los reporteros, a otro de playera blanca y con lentes, empujar a una fotógrafa. Los gritos a favor de Obrador comenzaron a aumentar y los apretujones también, por lo que el contingente evadieron a los simpatizantes de AMLO y se dirigieron a la otra esquina de la plancha del Zócalo, entre Catedral y Palacio Nacional, a unos pasos de la entrada del Metro.

Ahí se instalaron y  a unos 20 metros estaba el otro grupo, que no cesó de mostrar a gritos su apoyo al presidente López Obrador y su repudio a Sicilia y a los LeBarón.

Incluso mientras Adrián LeBarón recitaba un poema, de pronto empezó a gritar “un médico, un médico”. Una mujer se había caído. Pero los lopezobradoristas, burlones, gritaron “que se muera, que se muera”.

Repitieron sus gritos de “Fuera Sicilia” o “Fuera Lebarón” hasta que concluyó la marcha y no se retiraron sino hasta que los integrantes de la marcha por la paz se subieron a camiones foráneos. Después, se acercaron al contingente de Israel Rivas que acudió en representación de los niños con cáncer y de cuyas medicinas hay desabasto y lo obligaron a retroceder.

EL MISMO DOLOR

Así fue el final de la marcha por la Paz, que inició a las 9 y fue encabezada por los LeBarón y Javier Sicilia, y que vivió este 26 de enero su cuarta jornada, ya que empezó desde el jueves 23 en Cuernavaca Morelos.

Fue una marcha silenciosa, que en su mayoría contó con un cordón de seguridad para evitar la presencia de infiltrados y que a la postre se vio que fue útil.

En varios puntos la vanguardia cambió o se turnaban víctimas de la violencia con los LeBarón y Sicicilia, por lo que estos últimos no siempre iban al frente.

El trayecto tuvo pausas para detenerse, como ocurrió en el Senado y donde los integrantes de Morena y sus aliados desairaron al movimiento. También se detuvieron en los antimonumentos, como en el levantado frente al IMSS en honor a las víctimas del hospital ABC; o el colocado frente a la Bolsa de Valores, en homenaje a los 65 mineros de Pasta de Conchos; o la parada hecha en Reforma y Bucareli, frente al colocado en honor a los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.

Quizá ese fue la parada más emotiva de todo el trayecto de la marcha. Ahí se encontraban algunos de los padres de los normalistas, así como su representante jurídico, Vidulfo Rosales y Melitón García, quien se disculpó por no poder acompañarlos en su recorrido. Explicó que ya tenían planeadas algunas actividades, como cada 26 de cada mes, pues el 26 de septiembre de 2014 los estudiantes desaparecieron en Iguala, Guerrero.

Les dijo a quienes acudieron a la marcha que el dolor que ellos traen es el mismo de los padres de los 43 de Ayotzinapa y reconoció que hace falta vincular la lucha de las víctimas.

“No podemos luchar de manera separada. Queremos pedirle que no permitamos que ninguno que sea ajeno, que tenga otros intereses en esta lucha. No permitir que los conservadores de este país, que los partidos políticos, de derecha o izquierda destruyan este esfuerzo, este trabajo, que lo único que hacemos es luchar por la verdad, la justicia, a que encontremos a cada uno de los desparecidos tanto de Ayotzinapa como de ustedes”. , .

Caminaron unos metros juntos los padres de los 43 y el Movimiento por la Paz, Justicia y Dignidad  y después los primeros se separaron. El siguiente antimonumento visitado fue el de los feminicidios, frente a Bellas Artes. Ahí se escuchó el grito de Verdad, Justicia y Paz.

Al reanudar la marcha, un hombre apareció y les gritó cosas. Al pedirle que dijera su nombre, él solo dijo que era un “librepensador”, mientras se reía. Luego cuestionó al movimiento y les dijo que nunca dijeron nada de Ayotzinapa, a lo que le reviraron que acababan de estar con los padres de los 43, y ante la falta de argumentos, sólo le quedó decir, como de manual, como de eslogan, como de discurso de la 4T, que el presidente López Obrador era el único que ha sido elegido de manera libre por el pueblo de México.

A partir de ahí hasta el Zócalo la marcha fue libre de incidentes, hasta que los lopezobradoristas gritaron en el Zócalo.

DESCALZOS

Uno de los personajes que más llamó la atención fue Adrian LeBarón, quien dio entrevistas a medios de comunicación. Afirmó que no están en contra del presidente López Obrador, y explicó que busca tres millones de jóvenes “de 13 a 100 años” que sean testigos de un bache, de una ventana rota, del pozo donde se cae el niño, con el fin de prevenir la violencia pero sin violencia.

Fue el mismo que junto con otros integrantes de su familia y Sicilia caminaron un kilómetro, a partir de la Glorieta de la Diana, sin un zapato, tal como hizo Mackenzie, en Bavispe, Sonora para conseguir ayuda para atender a los sobrevivientes de la masacre ocurrida ahí el 3 de noviembre.

Mackenzie es hija de Dawna Langford, una de las nueve víctimas fallecidas, y la niña de 9 años caminó 14 kilómetros con un solo zapato para buscar ayuda para cuatro menores sobrevivientes.

Los LeBarón recordaron ese gesto de valentía de Mackenzie y el zapato que se habían quitado lo levantaron, y Julián además portaba la bandera de México.

DENUNCIAS DE AÑOS

La marcha fue una recopilación de los casos de violencia y desapariciones ocurridas en el país. Fotos de Guillermo Navarro Campos, asesinado el 16 de junio de 2011 de 2010. “Hasta el día de hoy su asesinato impune. Exigimos justicia”, decía la pancarta sostenida por su padre.

O la gran manta en homenaje al periodista Javier Valdez, asesinado el 15 de mayo de 2017. O el caso de la madre y hermanas desaparecidas desde el 6 de enero en Jalapa Veracruz desde 2011, y que sigue sin resolverse, pese a que existe la sospecha que participaron policías estatales.

“No tenemos indicios de donde pudieran estar”, y tampoco parece haber muchos avances con la actual administración, en parte por la burocracia, dijo José Carlos Castro Campillo.

O la denuncia de la desaparición de tres empleados del Sanborns de Lindavista, ocurrido desde el 29 de noviembre de 2019 y de quienes desde entonces no se sabe nada.

Pero también hubo pancartas para reprochar al presidente su política en materia migratoria. Unos niños sostenían una pancarta con el mensaje “El muro de Trump”.

También acudió Israel Rivas, uno de los padres de una niña afectada por cáncer y que forma parte del Movimiento Nacional por los Guerreros Oncológicos.

Otros asistentes no dejaron pasar la oportunidad de reprochar al presidente su frase de que no recibiría a Javier Sicilia ni a los LeBarón para no prestarse a un show.

Una cartulina  que llevaba un señor vestido de blanco tenía escrito “no es un show, es un dolor”. Otra cuestionaba: “¿De qué show hablas? México se desangra”, también escrita sobre una cartulina.

Pero la más grande era una gran manta que abarcaba tres carriles de reforma a lo ancho y la cual debía ser sostenida por varias personas y cuyo mensaje era “los millones de corazones en luto no son un show”.

Como en cada manifestación, acudieron diversos personajes. En esta ocasión se vio a la politóloga Denise Dresser, que pronto se fue; se vio al actor Daniel Giménez Cacho, al senador independiente, Emilio Álvarez Icaza, y el director de la Red por los Derechos de la Infancia en México, Juan Martín Pérez.