Apenas una semana después de que el presidente Donald Trump aseguraba que “ningún estadounidense sufrió daños” en el ataque aéreo que Irán llevó a cabo contra sus bases en Irak, el ejército de EE.UU. reconoció que al menos 11 de sus soldados resultaron heridos en el bombardeo.
“Si bien ningún miembro del servicio estadounidense murió en el ataque iraní del 8 de enero a la base aérea de Al Asad, varios fueron atendidos por síntomas de conmoción cerebral producidos por la explosión y todavía están siendo evaluados”, anunció este jueves el capitán Bill Urban, portavoz del Comando Central de Estados Unidos.
El capitán también explicó que los soldados están pasando por un “procedimiento estándar”, que se realiza cada vez que un miembro de las tropas se encuentra cerca de una explosión.
Este procedimiento tiene como objetivo saber si han sufrido “lesiones cerebrales traumáticas”.
Ocho de los heridos fueron enviados al Centro Médico Regional Landstuhl, un hospital militar estadounidense en el sur de Alemania, mientras que el resto fue trasladado al campamento Arifja, en Kuwait, para exámenes de seguimiento.