José Ángel apenas conoció a su madre. Yezmín murió en junio de 2014, cuando el niño tenía 6 años.
Tampoco conoció a su abuela materna, Ana Isabel Llanes. Ella fue asesinada en julio de 2010, cuando José Ángel tenía 2 años.
Prácticamente no conoció a su padre. En junio de 2016, semanas después de que José Ángel cumplió 8 años, su padre del mismo nombre fue detenido por tráfico de drogas en Estados Unidos y pasó 3 años y medio en la cárcel.
José Ángel vivió esa soledad en casa de sus abuelos paternos, de donde salió el 10 de enero con dos pistolas que disparó contra maestros y alumnos de su escuela, el Colegio Cervantes de Torreón, donde cursaba sexto de primaria. Mató a una maestra e hirió a seis personas antes de suicidarse.
Desde que ocurrió esa tragedia hace una semana, en La Laguna y en el país hemos buscado respuestas, mientras surge un panorama de actividades criminales, presuntas o ya establecidas, en su entorno familiar inmediato, que nos deja cada vez más perplejos.
La falta de resguardo de las armas propiedad del abuelo, en cuya casa vivía el niño, llevaron a su detención. Luego, las acusaciones de depósitos que rebasan los 100 millones de pesos en las cuentas de los abuelos, cuyo negocio visible eran salones de fiesta, llevaron a autoridades a denunciar lavado de dinero y fraude fiscal.
Detalles sobre el pasado de los padres del niño complican la historia. Es fácil caer en la tentación de que este panorama explica las accione del pequeño José Ángel, pero en realidad abre más preguntas. Ningún elemento de esta historia satisface una explicación, porque no todos los niños que crecen en este entorno disparan en su escuela.
Pero los antecedentes familiares forman una hipótesis, pues revelan una cronología que inició antes de que José Ángel naciera y cuyas secuelas marcaron su vida de manera insospechada. La siguiente línea de tiempo está basada en registros periodísticos, expedientes judiciales y fuentes cercanas a la investigación del tiroteo. Los apellidos directos se omiten para proteger la identidad del niño.
El primer registro público data del 3 de abril de 2003, cuando Ana Isabel Llanes fue detenida en la ciudad de Gómez Palacio, vecina a Torreón, en un operativo para capturar a Arturo Hernández, alias El Chaky, entonces jefe del cártel de Juárez en la Comarca Lagunera. Ana Isabel tenía una relación sentimental con Hernández, pero en 2005 fue liberada por falta de pruebas. (Hernández fue liberado en 2013 antes de cumplir su condena completa de 20 años de prisión).
Unos años después, Yezmin, hija de Ana Isabel, inició una relación con un joven veinteañero de Torreón llamado José Ángel. En abril de 2008, tuvieron un hijo, el pequeño José Ángel. Dos años después, el 3 de julio de 2010, Ana Isabel fue asesinada de varios balazos y su cuerpo arrojado en el Parque Raymundo de Ciudad Lerdo, en el lecho del Río Nazas que atraviesa La Laguna.
No está claro si José Ángel y Yezmín vivían juntos, pues no hay indicios de que hubieran estado casados. El había contraído matrimonio en 2006 con otra mujer y no se sabe hasta ahora cuál era su estado civil cuando nació su hijo.
El 30 de abril de 2014, Yezmín hizo la última publicación en su página de Facebook, sobre la fiesta de cumpleaños de su hijo. Dos meses después, el 28 de junio, se sometió a una cirugía, pero murió de complicaciones provocadas por la diabetes que padecía.
El pequeño José Ángel, entonces de seis años, pasó a vivir en casa de sus abuelos paternos, José Ángel y Rebeca, ubicada en la zona céntrica de Torreón, cerca del Colegio Cervantes donde estudiaría la primaria.
José Ángel padre no era una presencia constante y pasaba temporadas fuera de la ciudad. El 23 de mayo de 2016 viajó a Estados Unidos. Cruzó el puente de Laredo, Texas y se dirigió a Dallas. Tres días después, según un expediente judicial en la corte federal de la ciudad de Oklahoma, la Agencia Antidrogas de ese país supo por un informante de un cargamento de metanfetaminas que sería entregado en esa ciudad. La pista incluía un número telefónico. Era el de José Ángel.
El 1 de junio los agentes detectaron movimiento rumbo al norte de ese teléfono, el cual tenían ubicado. José Ángel y otro hombre viajaban en una camioneta Cherokee con placas de Durango. Llegaron a la ciudad de Oklahoma y de un tráiler recogieron una maleta negra. Los agentes de la DEA los detuvieron y en la maleta hallaron 25 kilogramos de metanfetaminas, que iban a entregar a una casa donde una mujer le daría 70 mil dólares en efectivo.
El 2 de junio los tres involucrados fueron presentados en una corte federal de Oklahoma. José Ángel se declaró culpable y se le dictó prisión preventiva. El 7 de julio de 2017 fue sentenciado a cuatro años de cárcel y enviado a la prisión federal de baja seguridad en Big Spring, en el oeste de Texas.
Mientras esto sucedía, el pequeño estudiaba en el Cervantes, pero también comenzaba una inmersión en mundos oscuros. Por Internet conoció detalles de la masacre escolar de Columbine ocurrida en 1999, nueve años antes de que naciera, la tragedia que inauguró la era moderna de tiroteos escolares de Estados Unidos. Tomó a uno de sus autores, Eric Harris, diagnosticado como un sicópata narcisista, como un modelo. Comenzó a coleccionar armas de juguete y rifles de aire. Si alguien monitoreaba su actividad digital, las señales pasaron de largo.
No se sabe si en el Colegio Cervantes estaban al tanto de la situación del niño, particularmente el hecho de que su padre estaba en la cárcel desde que José Ángel cursaba tercero de primaria, y si recibía algún tipo de atención psicológica.
Mediante su abuelo José Ángel conoció las armas de grueso calibre. El sustento en esa casa parecía provenir del negocio de salones de fiestas y servicio de banquetes. La Secretaría de Hacienda asegura que ese negocio era la fachada de un entramado de lavado de dinero.
Mientras tanto José Ángel padre purgaba dos años y tres meses de su condena y el 28 de octubre del año pasado fue liberado y deportado a México. Regresó a Torreón y se reencontró con su hijo después de más de tres años de ausencia. Parecía que se reincorporaba a la vida del pequeño.
No duraría mucho. Pasaron juntos las vacaciones de Navidad y fin de año, pero dos días después de haber regresado a clases, el pequeño José Ángel tomó dos pistolas de su abuelo y las metió en su mochila junto con unos pantalones negros, tirantes y una camiseta con la leyenda “Natural Selection”, la misma vestimenta que usó Eric Harris en Columbine.
Es fácil pensar que, con este pasado en su corta vida, el pequeño José Ángel tenía motivos para escapar de ella en un tiroteo. Pero las respuestas todavía no están completas. Siempre existe un factor desconocido que provoca la acción violenta. Tomará tiempo formar la imagen completa que pueda al menos comenzar a explicar por qué, minutos después de haber comenzado los cursos del día, comenzó a disparar.