La primera escisión en la historia de la UE está más cerca que nunca. Bruselas y Londres han alcanzado este jueves un acuerdo sobre la salida del Reino Unido de la Unión que, a falta de ratificación parlamentaria por ambas partes, permitiría la consumación del Brexit en la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre. “Este acuerdo es un compromiso equilibrado entre la UE y el Reino Unido”, ha señalado el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, tras confirmar el pacto poco después de una conversación telefónica a primera hora de la mañana con el primer ministro británico, Boris Johnson.
Juncker ha remitido inmediatamente el acuerdo al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, con la recomendación de que sea aprobado este mismo jueves durante la cumbre europea que arranca en Bruselas.
El acuerdo mantiene intactos los términos pactados en noviembre de 2018 con el Gobierno de Theresa May en cuanto al mantenimiento de los derechos de los ciudadanos europeos en el Reino Unido (tanto para los residentes como para los que lleguen durante el período transitorio hasta finales de 2021 o 2022) y a la voluntad de Londres de saldar las cuentas pendientes con el club comunitario tras la salida (casi 50.000 millones de euros). Pero se ha modificado sustancialmente el polémico Protocolo sobre Irlanda, menos garantista que lo deseado por Bruselas y Dublín, y la Declaración política sobre la futura relación, que ya no dará paso a una relación privilegiada entre la UE y el Reino Unido. El futuro exmiembro de la UE pasará a ser un rival económico con el que Europa deberá competir.
El pacto desactiva casi definitivamente el riesgo de una salida abrupta el próximo 31 de octubre, una amenaza que Johnson había esgrimido nada más asumir la presidencia del Gobierno británico en julio tras la dimisión de Theresa May, forzada en gran parte por su sucesor.
Johnson exigió a Bruselas una renegociación del protocolo del acuerdo que afectaba a Irlanda del Norte y que establecía una salvaguarda indefinida para garantizar que, pasase lo que pasase después del Brexit, jamás surgiría una frontera dura entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte.
El compromiso parecía imposible. Pero ha llegado tras las cesiones de las tres partes implicadas, Londres, Dublín y Bruselas. El Reino Unido ha aceptado que su provincia norirlandesa siga alineada en gran parte con las regulaciones comunitarias y que se establezca un control aduanero entre Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido, una posibilidad que fue tajantemente rechazada en el pasado por Londres.
Irlanda también ha tenido que renunciar a su exigencia de una salvaguarda permanente, sin fecha de caducidad, inaceptable para Londres. El nuevo mecanismo necesitará la autorización parlamentaria de Irlanda del Norte cuatro años después de que se consume el Brexit como muy tarde. Y la prolongación posterior (por cuatro u ocho años) también requerirá el visto bueno de una asamblea parlamentaria irlandesa que, en estos momentos, ni siquiera celebra sesiones porque está suspendida por Londres ante la falta de acuerdo de los unionistas del DUP y los republicanos del Sinn Féin.
Las tres partes se han dejado parte de sus demandas por el camino en aras de un acuerdo que evita el abismo del 31 de octubre. El pacto debe ser ratificado en primer lugar por el Parlamento británico el próximo sábado. Pero incluso si lo rechazara, una posibilidad que no cabe descartar ahora mismo, todo apunta a que Londres tendría que resignarse a una tercera prórroga del Brexit más allá del 1 de noviembre. Fuentes comunitarias indican que ya hay prevista una reunión de los 27 (a nivel de embajadores) el próximo domingo para analizar la posible prórroga si Westminster frustra el acuerdo.
El proceso de ratificación también pasa por el Parlamento Europeo, pero las señales por ese lado son mucho más favorables y no auguran, en principio, grandes problemas. “Se ha alcanzado un acuerdo positivo, ahora hay que mirar el detalle del texto”, ha señalado el presidente del Parlamento Europeo, el socialista italiano David Sassoli.
La recta final, en cualquier caso, se encuentra más cerca que nunca, porque solo faltan dos semanas para un desenlace que, en principio, tiene ya todas las bases para salir adelante. La gran batalla se traslada ahora, de nuevo, a un Parlamento británico, donde conservadores, laboristas y liberales libran no solo una brutal batalla por el Brexit sino también por unas elecciones que cada vez parecen más inevitables.
Bruselas, por su parte, respira aliviada ante un pacto que vuelve a despejar el panorama a este lado del canal de la Mancha y traslada todo el caos y la posible incertidumbre a las orillas del Támesis. Hace solo 10 días, el panorama era desolador y la paciencia del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, estalló ante el creciente riesgo de catástrofe. “Está en juego el futuro de Europa y del Reino Unido y la seguridad y los intereses de nuestros pueblos”, advirtió Tusk en un tuit dirigido a Johnson.
Casualidad o no, tras el dardo virtual de Tusk la situación dio un drástico giro. Y las maratonianas negociaciones iniciadas el pasado viernes han concluido en poco más de cinco días una batalla política, jurídica y hasta sentimental que arrancó un 23 de junio de 2016 con un referéndum en Reino Unido que, contra el pronóstico mayoritario, puso en marcha la cuenta atrás para una ruptura con Europa apoyada por el 51,9% de la población británica y rechazada por el 48,1% restante.
La tremenda dimensión histórica y geoestratégica de la decisión desencadenó un largo rifirrafe entre los partidarios de dar marcha atrás y quienes apoyaban la salida definitiva. La indecisión británica se tradujo en una negociación errática, con tres primeros ministros en tres años y otros tantos negociadores jefe. Las sucesivas tentativas de acuerdo fueron abortadas nada más ser planteadas en el Parlamento británico una vez que la Unión y el Gobierno de Theresa May lograron un primer acuerdo en noviembre de 2018.
Transición hasta finales de 2020
Tras el anuncio de acuerdo y la correspondencia formal entre Juncker y Tusk, el negociador europeo para el Brexit, el francés Michel Barnier, ha comparecido para explicar los detalles de la nueva propuesta que tendrá que ser votada por los 27 y el Parlamento británico. Barnier ha informado desde Bruselas de que el acuerdo ha sido alcanzado entre todos los miembros de la UE. El diplomático francés ha fijado el periodo de transición posterior al Brexit hasta finales de 2020, aunque podría prorrogarse uno o dos años más si así se acuerda.
Según ha detallado Barnier, a partir del acuerdo revisado entre Londres y Bruselas, la regulación europea se aplicará a todos los bienes en Irlanda del Norte. En segundo lugar, el negociador de la UE ha manifestado que Irlanda del Norte permanecerá dentro del territorio aduanero del Reino Unido, por lo que se beneficiará de sus políticas comerciales. Los controles a los bienes se efectuarán en el punto de entrada a este territorio británico y no en la República de Irlanda.
Según explicó el negociador jefe de la UE para el Brexit, Michel Barnier, en una rueda de prensa, las autoridades del Reino Unido se encargarán de aplicar las normas aduaneras de la Unión Europea en Irlanda del Norte. En tercer lugar, Barnier ha explicado que el plan mantiene la integridad del mercado único en lo que a IVA se refiere.
Por último, el acuerdo prevé un mecanismo de consentimiento: cuatro años después de iniciada la desconexión, la Asamblea norirlandesa votará si se mantiene en el escenario pactado. Valdrá mayoría simple para sacar la votación adelante.
El rechazo del DUP
Pese al acuerdo entre Londres y Bruselas, el primer ministro británico Boris Johnson se enfrenta en casa a la reticencia de su principal aliado, los unionistas del Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte (DUP). Johnson ha recibido este jueves un duro golpe por parte del DUP, horas antes de acudir a un Consejo Europeo crucial para el futuro del Brexit. La líder del DUP, Arlene Foster, y su número dos y portavoz parlamentario, Nigel Dodds, han advertido en un comunicado conjunto, antes de conocer el pacto anunciado por Juncker, de que «tal como están las cosas» no pueden apoyar el acuerdo sobre el Brexit que pretende cerrar el primer ministro británico con la Unión Europea.
«No podemos apoyar lo que se está sugiriendo sobre la cuestión aduanera o sobre el consentimiento norirlandés a lo que se pacte, y hay una falta de claridad en el IVA», dice el texto. Downing Street se aferra desesperadamente a la primera parte del mensaje («tal como están las cosas») y confía en poder enderezar la situación en las próximas horas.
Una vez conocido el pacto sobre un Brexit acordado entre Bruselas y Londres, los unionistas del DUP informaron de que no había cambiado y que de momento no pueden apoyarlo.