El águila real, uno de los emblemas de México, está amenazada por la fragmentación de su hábitat, el tráfico ilegal y el cambio climático, afirmó Adolfo Gerardo Navarro Sigüenza, académico de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM.
Es una especie sombrilla o paraguas, porque favorece la conservación de la biodiversidad en zonas semiáridas del norte y centro del país. Es necesario protegerla y conservar su hábitat, pues regula las poblaciones de mamíferos que son su alimento: conejos, liebres, comadrejas o zorrillos.
Su principal amenaza es la pérdida y fragmentación de su hábitat por el cambio del uso de suelo para agricultura y ganadería, así como para asentamientos humanos y urbanización, aseguró el investigador del Laboratorio de Ornitología de la FC.
Las actividades humanas reducen el número de presas para estas aves rapaces, que migran en busca de alimento, “por eso se fueron o desaparecieron del Valle de México”, subrayó.
En el escudo nacional esta ave rapaz aparece majestuosa, con las alas abiertas, parada en un nopal devorando una serpiente; en el imaginario del mexicano es la señal inequívoca del sitio donde los mexicas tenían que fundar Tenochtitlán, resaltó el ornitólogo, autor del Atlas de aves de México.
Aún se escucha en el volado: ¿águila o sol?; ahora la moneda gira en el aire. En 2014 había en el mundo (Euroasia, partes del norte de África y Norteamérica, desde Canadá hasta México) unas 250 mil águilas reales.
Navarro Sigüenza refirió que en un censo de anidación en México se reportan unos 200 nidos, muy pocos para una región donde hace unos siglos esta águila fue sagrada. Figura en códices y pinturas prehispánicas, y se han encontrado entierros ceremoniales con sus huesos en el Templo Mayor y en Teotihuacán.
De la distribución del águila real, “nos toca una parte sureña”. Vive y anida en desiertos del norte del país (Baja California, Chihuahua y Sonora), también en las montañas de la Sierra Madre Occidental (Durango), la parte sur del Altiplano, llegando ocasionalmente al Eje Neovolcánico, detalló.
Históricamente se indica que alguna vez habitó cerca del Valle de México (en Ciudad Universitaria se ha visto un águila pescadora), y últimamente ha sido avistada en Oaxaca, que “es como la colita sur de su distribución en América del Norte”.
En Mesoamérica, el águila real y el jaguar simbolizan poder, fuerza y valentía, por eso los mexicas tenían un ejército de caballeros Águila y caballeros Jaguar.
Aunque llegan a vivir hasta 30 o 35 años en condiciones naturales y mueren de viejas, son un depredador amenazado. Mueren por comer roedores envenenados, o electrocutadas al perchar en cables de alta tensión para detectar presas. O la gente las mata por miedo a que se coman a los borregos y chivos.
También las pone en riesgo el tráfico ilegal de mascotas. Un tramo de la carretera a Matehuala es famoso por la venta de animales silvestres, y el saqueo de huevos y polluelos disminuye las poblaciones de águilas y aguilillas para cetrería, deporte que era privativo de reyes y emperadores.