El asesino de una menor de 6 años en Cuernavaca afirmó que cometió el delito porque la menor pudo identificarlo.
Hace algunos días se dio a conocer la noticia de que una menor de seis años había sido abusada sexualmente en su casa, en Cuernavaca, y después asesinada por un hombre que tenía intenciones de robar un tanque de gas.
Hoy, a poco más de una semana del hecho, el agresor confesó haber asesinado a la menor porque ésta lo había reconocido, es decir, supo su identidad y lo amenazó con acusarlo con su abuela por tratar de robarles.
En busca desde el 10 de agosto, el hombre de 33 años identificado como José Alfredo “N” fue detenido al bajar de un autobús en Cuautlixco, por dos camionetas de la Policía de Investigación Criminal (PIC), quienes ya daban seguimiento al asesino.
José Alfredo portaba una navaja parecida a la utilizada para agredir a la menor en Cuernavaca, pero no portaba identificaciones. En una investigación del caso, se supo que el hombre había vendido el tanque de gas hurtado y luego se dirigió a otro cuarto en la colonia Patios de la Estación, frente a la central camionera de Cuernavaca, el día del homicidio.
De allí, tras despojarse de sus pertenencias, el asesino se dirigió a su trabajo como “viene, viene”, del que se retiró cuando uno de sus compañeros le dio aviso de que las autoridades lo estaban buscando.
Al regresar a Patios de la Estación, José Alfredo abordó un autobús con rumbo a Cuautla para intentar escapar, pero no contó con que su rostro ya circulaba en medios y redes sociales, así como que la policía estaba tras su rastro.
Una vez detenido e interrogado, el homicida confesó ser el actor del delito ante la PIC, en la Fiscalía Regional Oriente, y negó haber abusado sexualmente de la niña, pero por registros con muestra de semen en el cuerpo de la menor, no pudo evadir la culpa.
El asesino también dijo que no recordaba del todo los hechos, ya que se encontraba alcoholizado al momento del ataque, sin embargo, insistió en la amenaza de la niña con acusarle con su abuela.
La víctima
La menor asesinada era originaría de Chilpancingo, Guerrero y había viajado a Cuernavaca para pasar las vacaciones con su abuela, quien vivía en un cuarto de una vecindad junto al domicilio de José Alfredo.
El día del crimen, la menor había regresado a su hogar luego de acompañar su abuela a su trabajo, una tornillería cercana, y fue allí donde José Alfredo la atacó. Sus gritos de auxilio fueron ahogados por el homicida, por lo que la menor sufrió un colapso respiratorio, además de recibir agresiones con un arma blanca en su cuerpo.
En el domicilio de José Alfredo, vecino de la niña, se encontraba una solicitud de antecedentes no penales con registro del asesinato de un ingeniero, objetos manchados de sangre -una navaja y un lazo- y sus identificaciones.