En junio de 2018, la Suprema Corte de la Nación otorgó un amparo a Armando Ríos Piter para el consumo recreativo de la marihuana. ¿Cómo fue que el exsenador consiguió obtener el recurso legal? La respuesta está en su libro Derecho al cannabis(Océano), título que recoge su experiencia y sus investigaciones en este sentido.
Convencido de la necesidad de despenalizar el consumo de la planta, Ríos Piter se decanta por poner énfasis en una política de salud pública preventiva y no punitiva.
¿Has consumido cannabis?
Me metí al tema para conocer de manera más cercana el contexto del estado de Guerrero. Debatir el tema del cannabis abre la discusión acerca de la política hacia las drogas. Al no encontrar eco como senador me pareció pertinente dar una batalla como ciudadano y por eso metí el amparo. No la he probado, pero no niego la posibilidad de hacerlo.
Tu libro recopila parte de tu lucha por la despenalización del cannabis.
En México hay evidencia suficiente como para reconocer que la guerra contra las drogas resultó fallida. La prohibición no ha logrado el objetivo que se proponía. No ha generado cultura de la prevención y tampoco ha mejorado las condiciones de salud. Al contrario, tenemos sitios con índices de violencia dramáticos. Al ser de Guerrero y conociendo a pequeños productores, tengo la conciencia de que como país no sólo padecemos inseguridad también tenemos gente abandonada a su suerte y marginada por parte del Estado. La espiral de estigmatización los tiene dedicados a la producción de la amapola y la goma de opio. El cannabis aporta más elementos de análisis y aliados para la aceptación por ser una droga que no genera dependencia. Por todo esto, me pareció importante pedir un amparo para buscar jurisprudencia y abrir la discusión. En México necesitamos una revisión seria sobre cómo funcionan las drogas a fin de revertir la política prohibicionista.
¿Se deben despenalizar todas las drogas o sólo el cannabis?
México está preparado para una discusión seria sobre el cannabis. Sería una forma generar una cultura diferente al respecto. Si bien creo que eventualmente habría que liberar todas las drogas no me atrevería a proponerlo de inmediato. Primero necesitamos hacer un ejercicio de ensayo-error para eliminar prejuicios y no generar un libertinaje. No obstante, reitero, México está listo para que en septiembre el Congreso de la Unión pueda regularizar el cannabis.
Desde el propio gobierno federal parece haber una política más flexible.
Hay condiciones interesantes. Que la iniciativa provenga de Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, me parece un área de oportunidad importante. El partido mayoritario tiene un perfil de izquierda y además hay senadores como Patricia Mercado, a favor de esta propuesta. Todavía falta socializar más el tema y espero que el libro sea útil para que los legisladores y el resto de la sociedad tengan más información.
¿Qué efectos tendría en el combate al narcotráfico la despenalización?
En la última década ha habido cambios regulatorios en Estados Unidos. Actualmente veintinueve entidades han cambiado su marco legal y es probable que este verano se sumen Nueva York y Nueva Jersey. Antes el ochenta por ciento del cannabis que compraban era de origen mexicano. Ya no es así y por tanto los ingresos del narcotráfico han disminuido. Si bien la regulación puede incidir en las finanzas del crimen organizado, lo más importante es la atención a partir de un marco legal desde un sistema de salud social. No estamos monitoreando a los adolescentes de manera adecuada. Nos falta profundizar en la concientización de los niños. Tenemos pequeños productores abandonados y usuarios están en la cárcel por traer seis gramos. Todos estos elementos son dignos de considerar en la discusión.
¿Una política en esta dirección debe vincular a la Secretaría de Salud con la Secretaría de Educación Pública?
Algo positivo de la iniciativa de Olga Sánchez Cordero es que está acompañada por muchos de los colectivos que han estado en estas discusiones. Su transversalidad podría permitir un nuevo formato de discusión que ubique en el centro a los individuos y a la sociedad en su conjunto.
¿Cómo entiendes la diferencia entre despenalizar y legalizar?
Legalizar es hacer que una sustancia pueda ser usada sin consecuencias legales. No hay una diferencia más allá de eso.
¿Qué tan fuerte es la estigmatización hacia quien la consume?
La estigmatización obedece a preceptos morales. Hasta ahora los amparos han demostrado que los individuos tenemos el derecho humano de decidir de manera adulta el tipo de personalidad que queremos tener. ¿Por qué el Estado tiene que decidirlo?
¿Todavía es importante la injerencia de Estados Unidos en esta decisión?
No creo que sea un tema ajeno a la relación bilateral. Jamás lo ha sido. Las drogas están insertadas en la relación entre ambos países. No obstante, las nuevas regulaciones en la Unión Americana abren un área de oportunidad, incluso para un marco trilateral que incluya a Canadá.