Ciudad de México. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha entrado en una etapa de supervivencia política, que pasa por encontrar nuevos electores y renovar al presidente y secretario general, en una elección legítima abierta a la militancia, que a su vez pueda convocar a la transformación del tricolor, consideró el ex gobernador de Coahuila, Rubén Moreira.
“La nueva dirigencia debe poder ir hablar con los militantes a la selva, a las lomas en Tijuana. Ya no puede ser una dirigencia de Polanco o de solo Insurgentes” Norte, donde se encuentra su sede nacional, dijo el legislador.
En entrevista, asumió que su partido perdió ideología hace 25 años -corría el sexenio de Ernesto Zedillo- y cayó “en una especie de esquizofrenia interna: los documentos básicos definían una política y el gobierno hacía otra; desde entonces no hay una vida partidaria en términos de los estatutos, y es momento de desterrar los acuerdos de grupos porque, salvo contadas excepciones, todos ellos fueron derrotados”.
En ese sentido convino que su partido “vive el momento más difícil de su historia por el resultado electoral del 2 de julio de 2018; es la segunda vez que perdemos la Presidencia de la República y al PRI le da miedo ofrecer a la ciudadanía “temas progresistas y nos estamos haciendo un partido chiquito, con nuestro voto duro”.
Sin embargo, Moreira consideró que el Revolucionario Institucional tiene la gran oportunidad de reconstruirse antes de las elecciones intermedias de 2021 y las presidenciales de 2024.
Esa reinvención del PRI, evaluó, pasa por definir su postura frente al poder y lograr que la renovación de la dirigencia, en el segundo semestre de este año, “se legitime con los votos de los militantes”.
De hecho, un sector del partido ya prepara una propuesta de dirigencia.
Por lo pronto, Moreira planteó que el Consejo Político Nacional y la presidenta, Claudia Ruiz Massieu, deben presentar a los militantes una agenda para la transición en el Comité Ejecutivo Nacional, que incluye un proceso abierto a los militantes.
“En esa agenda se deben construir reglas aceptadas por todos, definir la fecha de la elección y, en lo inmediato, la estrategia para enfrentar las próximas elecciones en seis estados”, expuso.
Moreira Valdés ponderó que cuando el PRI consiga elegir a una dirigencia con un amplio respaldo de votos de los militantes podrá emprender la discusión de cuatro puntos que, desde su óptica, requiere el partido para definir su rumbo.
Esto es, primero revisar su ideología porque en las elecciones presidenciales “buscamos a otro tipo de elector, distinto al que siempre nos apoyó, y perdimos” votos; luego, un nuevo modo de organización, porque un partido que se diseñó como de masas, abandonó sus comités seccionales y municipales.
Además, definir una agenda a los ciudadanos, porque puede caer en decir sí o no a las propuestas del gobierno federal, pero sin contar con una oferta sólida; y su posición frente al poder, así como el propio relevo en la dirigencia.
Incluso consideró que el partido requiere buscar nuevos electores.
Ejemplificó: “¿Qué le decimos a la sociedad? ‘Queremos a los jóvenes’, pero no tenemos una oferta para ellos, nos da miedo discutir sus temas.
“Nos da miedo discutir la legalización del uso de la mariguana; nos da miedo discutir el matrimonio igualitario; nos da miedo discutir el tema de la interrupción del embarazo, es decir temas progresistas y nos estamos haciendo chiquitos con nuestro voto duro, los más fieles, pero la sociedad crece y nuestra militancia va teniendo más edad”.
Por ello, abundó, la nueva dirigencia debe tener cinco características: que conozca el partido; con recorrido en los sectores; capacidad de convocatoria a la transformación y habilidad para negociar; buscar una nueva ruta para el PRI, sin abandonar la esencia original, como ya pasó; y convicción de que debe recorrer todos los municipios, hablar con los campesinos, meterse a las unidades habitacionales.