Nueva York. Nueva York. Poco antes de que asuma el poder, inversionistas, analistas y políticos de Estados Unidos buscan definir quién y cómo será el presidente Andrés Manuel López Obrador, y por ahora, no hay consenso -sigue siendo un enigma.

Sin embargo, lo más preocupante para muchos en torno de la relación bilateral no es tanto qué hará el nuevo gobierno mexicano sino la errática y provocativa política del régimen de Donald Trump, el cual ya preparó la primera crisis bilateral para darle la bienvenida a López Obrador.

Los medios aquí reportan que AMLO está asustando a inversionistas (Wall Street Journal), otros que está por ofrecer un momento positivo para inversionistas ya que algunos calculan como exagerados los temores (Bloomberg) mientras otros están alarmados porque está por llegar un posible “enemigo” de la democracia (Financial Times), junto con lo de siempre de que es “impredecible. Temperamental” y no se sabe “cuál versión” de él gobernará (New York Times) y otros siguen con el manejo de la palabra del momento al usar el término cada vez más ambigüo de “populista” (un titular buscó fusionar todo y llamarlo “un populista pragmático”).

Por su parte, expertos y ex diplomáticos (incluyendo ex embajadores en México) pronostican “un camino difícil” y posiblemente hasta “explosivo” entre los dos líderes -en parte por sus personalidades, otros por sus políticas divergentes. Ofrecen listas de recomendaciones de lo que debería hacer el nuevo gobierno, desde política económica, energética y de seguridad con la cooperación antinarcóticos con Estados Unidos al centro.

-La primera crisis-

Casi todos indican que la primera crisis bilateral del nuevo presidente ya está más que anunciada: los buscadores de asilo en la frontera. De hecho, tal vez tan pronto como 24 horas después de que AMLO asuma la silla, su canciller Marcelo Ebrard programó un viaje a Washington para verse con el secretario de Estado Mike Pompeo y la secretaria de Seguridad Interna Kirstjen Nielsen para continuar abordando el asunto.

Ebrard ya había iniciado negociaciones discretas con Pompeo en Houston hace unos días. Versiones periodísticas informaron que se había logrado un acuerdo, pero eso fue desmentido, y Ebrard insistió en que lo único que existe es una conversación por ahora sobre cómo abordar la situación.

Pero la posición de Trump no deja mucho margen. Mientras avanzaban pláticas entre los estadunidenses y el gobierno electo la semana pasada, Trump tuiteó que a los solicitantes de asilo no se les permitiría el ingreso a Estados Unidos hasta que un tribunal apruebe sus peticiones y que “todos permanecerán en México. Si por alguna razón se hace necesario, CERRAREMOS nuestra Frontera Sur”.

Lo que está en juego es en parte fijar algunos de los principios de la relación entre el nuevo gobierno mexicano y el régimen de Trump. La posición del gobierno estadunidense es que México sea antesala en el proceso de evaluación de peticiones de asilo, algo que puede durar meses y hasta años.

Según José Pertierra, abogado experto en migración y asilo en Washington, lo que pide Trump no es nada menos de que “México sea cómplice en la violación del derecho internacional sobre los refugiados” y en la violación de las propias leyes de asilo en Estados Unidos que establecen que cualquiera tiene el derecho de ingresar a territorio estadunidense para solicitarlo.

“Lo que está haciendo Trump es desmantelar todo el sistema de asilo”, al limitar cada vez más el ingreso al país y, con su ex procurador Jeff Sessions, reducir hasta que sean casi inexistentes las razones para otorgar asilo -por ejemplo, anulando la violencia doméstica, o de género, o de violencia criminal como motivos para solicitar asilo, explicó en entrevista con La Jornada.

“Pero para que esto funcione, necesita que México acepte y albergue a toda esa gente en su territorio, donde los solicitantes no conocen a nadie ni tienen acceso a la infraestructura de apoyo del lado estadunidense. Muchos vienen aquí porque conocen a alguien aquí”, explicó. Por ello, reiteró Pertierra, México corre el peligro de subordinarse a la estrategia antimigrante de Trump.

En los próximos días brotarán las primeras impresiones y reacciones aquí sobre el nuevo presidente en el país vecino, incluyendo entre los mexicanos y latinoamericanos radicados aquí que esperan su respuesta a la persecución que padecen por este régimen y sus aliados.

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