Este lunes, en una corte federal de Nueva York, Estados Unidos, iniciará el juicio de Joaquín El Chapo Guzmán Loera, quien es considerado por la fiscalía como uno de los criminales más peligrosos en la historia moderna.
No obstante, la defensa del sinaloense de 61 años de edad, lo presenta como un hombre cuya peligrosidad ha sido acrecentada por los medios, que no dirigió a una organización criminal y cuya acusación está basada en testimonios de sujetos con incentivos para complacer a la fiscalía.
Con 11 cargos en su contra que enfrentará tras su extradición de México en enero de 2017, Guzmán se ha declarado inocente.
Los abogados Eduardo Balarezo y Jeffrey Lichtman, que han representado al jefe de la familia criminal Gambino, John Gotti Jr., y al narcotraficante convicto Alfredo Beltrán Leyva, no han expresado una total inocencia de su cliente, pero sí han intentado minimizar la evidencia en su contra.
Ante la magnitud del caso, se aplicarán medidas de seguridad desde su encarcelamiento hasta el transporte a la corte, y se extienden más allá para proteger a los miembros del jurado y a los testigos de una posible venganza del presunto capo, del que las autoridades temen que use sicarios para secuestrar y asesinar a quienes se atrevan a hablar en su contra.
Sus abogados rechazan que su cliente represente una amenaza para testigos o jurado debido a las medidas de seguridad que se van a tomar.
El Chapo Guzmán está en un ala del Metropolitan Correctional Center en Manhattan, una de las prisiones más seguras de Estados Unidos, donde es mantenido 23 horas en una celda de 18 metros cuadrados en la que nunca se apaga la luz, con una pequeña ventana opaca que no le permite ver el exterior.
Tampoco tiene contacto con otros presos, ni con su esposa, y no sale al patio debido a su historial de fugas de cárceles de máxima seguridad en México. Sólo se le permite una hora para ejercitarse y una llamada mensual de 15 minutos a su madre y hermana. También cuenta con una Biblia y un diccionario de inglés a español.
ANA GARCÍA
