Ciudad de México.- El presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, criticó en el pasado las políticas de libre mercado y albergaba profundas dudas sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Pero horas después de que Canadá se uniera a México y Estados Unidos para renovar el acuerdo comercial de veinticuatro años, el mandatario y sus asesores elogiaron las negociaciones de última hora que salvaron el acuerdo trilateral.
“El acuerdo nos parece algo muy bueno para México”, dijo Jesús Seade, quien representó a López Obrador en el equipo negociador mexicano.
Tanto López Obrador como el actual presidente Enrique Peña Nieto recibieron con agrado la noticia del acuerdo, y no se refirieron al hecho de que incluye concesiones mexicanas, particularmente en la industria automotriz, una preocupación clave del presidente estadounidense, Donald Trump.
En su lugar señalaron la estabilidad que garantiza el acuerdo y la eliminación de una preocupación que pendía sobre la economía del país desde la elección de Trump.
El presidente estadounidense había calificado al TLCAN como el peor acuerdo comercial de la historia y amenazó con renegociarlo o retirarse. A medida que las conversaciones se prolongaron durante meses y se estancaron a principios de este año, el riesgo de que el tratado pudiera fracasar arrojaba una profunda incertidumbre sobre las perspectivas económicas de México.
“La culminación de este proceso de negociación propicia certidumbre en los mercados financieros e inversión y creación de empleos en nuestro país”, dijo Marcelo Ebrard, quien será el ministro de Relaciones Exteriores de López Obrador, en un comunicado divulgado el lunes por la mañana.
Los tres mandatarios tienen sesenta días para firmar el acuerdo, cuya fecha resulta conveniente tanto para el presidente entrante como para el saliente de México.
Para Peña Nieto es una victoria que puede proyectar como parte de su legado. Para López Obrador significa que el proceso se cerrará antes de su toma de posesión el 1 de diciembre y eso lo libera de la presión de tener que negociar apresuradamente al comienzo de su gobierno. Además, le permite centrar su atención en la economía de México que ha batallado en crecer.