El final de la ceremonia pública para homenajear al fallecido senador republicano John McCain comenzó este sábado en Washington, donde dos expresidentes resaltaron el llamado del héroe de guerra devenido político a unir una sociedad dividida, en una ceremonia con la notoria ausencia del actual mandatario, Donald Trump.
El republicano George W. Bush y el demócrata Barack Obama hicieron declaraciones en honor a su amigo y excandidato a la Casa Blanca, en un servicio en la Catedral Nacional de Washington, que McCain mismo organizó durante sus últimos meses de vida, mientras luchaba contra un cáncer cerebral.
“Nos hizo mejores presidentes. Así como mejoró el Senado. Así como mejoró a este país”, dijo Obama.
McCain, que murió el sábado pasado a los 81 años, ha sido reconocido en la última semana con recuerdos y tributos extraordinarios, cargados de emoción, incluyendo el honor otorgado por sus colegas del Congreso de ser despedido en el Capitolio de Estados Unidos el viernes.
Los honores continúan en una ceremonia en la catedral, televisada a nivel nacional, donde asisten decenas de sus colegas del Congreso, Bill y Hillary Clinton, los ex vicepresidentes Al Gore y Dick Cheney, y los exsecretarios de Estado Madeline Albright, John Kerry y Henry Kissinger.
También participa la hija del presidente Ivanka Trump y su esposo, Jared Kushner, junto con el secretario de Defensa, Jim Mattis, el jefe de gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, y el ícono de Hollywood Warren Beatty.
Antes, la guardia de honor del Capitolio de Estados Unidos cargó el ataúd de McCain cubierto por la bandera y lo colocó en un coche fúnebre negro que se detuvo en el Monumento a los Veteranos de Vietnam, donde su viuda, Cindy McCain, dejó una corona en honor a los caídos.
En la catedral, la atención estará en las palabras que Bush y Obama les dedicarán a McCain. La convocatoria a los hombres que vencieron a McCain en sus batallas presidenciales es un testimonio de su compromiso de mirar más allá del partido, y señalar que los estadounidenses, independientemente de su afiliación política, están remando juntos en el mismo barco.
“¿Qué mejor manera de dar la última risa que hacer que George (Bush) y yo le digamos cosas buenas de él a una audiencia nacional”, bromeó Obama.
Pero la ausencia de Trump, cuya amarga disputa con McCain ha aportado otro capítulo a la ya tormentosa política estadounidense, servirá como una lección final para el presidente, destacando el choque entre un viejo republicano estatista y el actual presidente de su propio partido.