Álamos, Sonora, enero 25 de 2018.- Arreglos de canciones populares para guitarra clásica, Canción de Arte, poemas de Sabines y Amado Nervo, integraron el programa de la dupla compuesta por la soprano Lydia Cepeda y el guitarrista clásico Igor Ávila, en la Gala de Cámara del Festival Internacional Alfonso Ortiz Tirado (FAOT) 2018.
Con cálida sonoridad, la guitarra del maestro Ávila abrió el programa con la nostalgia de añejas canciones mexicanas: Un Madrigal, de Ventura Romero, con arreglo de Julio César Oliva, La pajarera, Por ti mi corazón y la valentina, rescatadas y arregladas por Manuel M. Ponce.
Esta combinación de canción de arte y guitarra surge en España a principios del Siglo XX en el neoclasicismo con De Falla, Joaquín Rodrigo y García Lorca. Aquí en México, después de Manuel M. Ponce, Julio César Oliva se ocupó de hacer algo parecido a lo que hicieron los nacionalistas en España, arreglos de música popular para guitarra como los que tocó Igor Ávila en la primera parte del programa e hizo composiciones propias de Canción de Arte y al ser guitarrista, las acompañó con este instrumento.
El maestro Ávila se unió a la soprano Lydia Cepeda en la interpretación de Por siempre Sabines, una trilogía del poeta chiapaneco, musicalizada por Julio César Oliva: Yo no lo sé de cierto, no es que muera de amor y me doy cuenta de que me faltas. Obras muy dolorosas y muy nuestras, que por lo tanto son universales y que tocaron fibras íntimas en el público presente. La pureza de la voz de la maestra Cepeda y su técnica impecable quedaron manifiestas.
Del mismo Julio César Oliva pudimos escuchar Tres ofrendas a Nervo compuestas sobre los poemas Quedamente, Quien sabe por qué y En paz. Dos obras para la recreación no sólo de los sentimientos sino del intelecto, tanto en la palabra, como en la música.
Esta son obras que requieren una solidez técnica por parte de ambos intérpretes y para un solista capaz, como Igor Ávila, constituyen la oportunidad para desplegar todo lo estudiado. En conversación con la maestra Cepeda, ella nos dijo que el reto vocal en estos trabajos es la afinación y el ritmo porque tienen cambios de compás muy bruscos, porque están vivos, no son mecanizados, ni predecibles, es música académica, nos explicó.
Luego vinieron La paloma, de Sebastián Iradier, Scherzino mexicano de Ponce, La borrachita de Tata Nacho con arreglo del maestro Oliva. Zenobia, sobre el poema de Juan Ramón Jiménez, por Ernesto Cordero y Madrigal de Carlos Vidaurri.
Sin lugar a dudas, un programa cuidadosamente integrado y preparado para un escenario como el de Álamos. No se trata de que la guitarra acompañe a la voz, sino que ambos se integran en un ensamble de cámara para establecer un diálogo, que sacude las emociones y estimula la inteligencia.
En entrevista, el maestro Ávila, reconoció la labor tan importante para mantener por décadas ya, un festival tan grande como el FAOT. Explicó que como fundador y director del Festival Internacional de Guitarra de Sonora, comprende el enorme trabajo y amor que implica organizar un festival tan complejo con una logística muy grande.
Refiriéndose al programa que presentaron en las Galas de Cámara nos dice que este es un homenaje a la Canción de Arte, particularmente a que hace ensamble entre guitarra y voz, es un ensamble que a los mexicanos y en general a los latinoamericanos nos resulta muy cercano y familiar, complementándolo con arreglos para guitarra solista de obras que están consagradas.
Ambos intérpretes proyectan la grabación de un disco, probablemente un video, en el que sumarán otras canciones españolas, brasileñas y venezolanas. Por último invitó al público hermosillense para que asista a la presentación de este programa el próximo viernes en la capital sonorense, en el Teatro Emiliana de Zubeldía a las 20:00 horas.